REFLEXIONES  

 


 

REFLEXIÓN - 1

"SI TU HERMANO PECA..."

La vida es una peregrinación, una marcha, para unos, hacia la muerte, los que no creen en el "más allá", para nosotros, hacia la Vida con mayúscula.

Y a la espalda, la mochila, lo que somos y tenemos, nuestras virtudes y nuestros defectos. Delante, sujeto a la cintura, un pequeño bolso donde guardamos lo de más valor.

Pendientes del pequeño bolso donde están las cosas que consideramos importantes, no pensamos que detrás, en la mochila, están nuestras "ropas sucias".

Al que va delante de nosotros, sólo le vemos la mochila y las "ropas sucias"

Pero el que va detrás de nosotros no ve más que nuestra mochila y nuestras "ropas sucias".

Todos vamos por la vida cargados con nuestros defectos y nuestros pecados, también con nuestras virtudes, y con frecuencia los ven más los demás que nosotros mismos.

Qué pocas veces, cuando vemos la "ropa sucia" en la mochila del hermano, intentamos ayudarle para que la lave; las más de las veces nos quedamos en juicios y críticas.

La Palabra de Dios de hoy nos habla de la corrección fraterna, principalmente en la comunidad cristiana.

Si vemos los fallos, los pecados del hermano, debemos hacérselo saber para que se corrija, para que se convierta y viva.

Decía el profeta Ezequiel en la primera lectura que, si viendo al hermano en el camino del mal, no hacemos nada para que rectifique, se nos pedirá cuentas.

Pero la corrección siempre debe ser con respeto a la dignidad del pecador. Primero, hacerlo en secreto, sin que nadie se entere, después, si no te ha escuchado la primera vez, con algún testigo, finalmente, si no hace caso a nadie, que sea la comunidad la que le advierta. Si tampoco hace caso a la comunidad, dejadlo, no quiere saber nada, se ha salido de la comunión, se ha ex-comulgado.

Para ejercer este servicio de la corrección y el perdón, Cristo ha dado a su Iglesia el poder de atar y desatar. Y este servicio es tan delicado, que debe ejercerse en un clima de oración, así se asegura la presencia del Señor.

Como decía San Pablo, sólo desde el amor al prójimo actuaremos como Dios quiere.

La Eucaristía, signo de amor y reconciliación, nos de fuerza necesaria para amar a los demás de tal manera que podamos ejercer, cuando sea necesario, la corrección fraterna.

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

"CORRECCIÓN FRATERNA"

Estas palabras de Jesús continúan el tema de la parábola anterior en la que enseña que es preciso salir en busca de la oveja perdida aun dejando en el monte las noventa y nueve restantes (v. 12-14). Es el tema del cuidado por la salvación del prójimo. La corrección fraterna está al servicio de ese cuidado.

La corrección fraterna debe tener lugar primero en la intimidad, entre dos personas, con tacto y amorosamente. Si el pecador se arrepiente, habrá salvado a un hermano para la vida eterna.

Según Dt 19, 15, un tribunal sólo puede condenar legítimamente si consta del delito por dos o tres testigos. En el presente caso, el testimonio debe convencer al culpable de la necesidad de hacer penitencia. El proceso sigue siendo todavía secreto.

La última instancia es la "iglesia", es decir, la comunidad de los discípulos de Jesús reunida en un lugar concreto. Ella tiene poder para expulsar a uno de sus miembros (cf. 1 Cor 5, 1-5) y para admitirlo cuando se convierta de corazón.

"Atar y desatar" tiene el sentido de expulsar y admitir de nuevo en la comunidad eclesial. Según este texto, Jesús confiere tal poder a la comunidad de sus discípulos. Claro que la comunidad eclesial sólo puede actuar por medio de sus legítimos representantes, de ahí que este mismo poder lo confiera Jesús de un modo especial a Pedro (16, 19). Sin embargo, la comunidad eclesial, todos los discípulos de Jesús debieran participar más explícitamente en este proceso (cf. 1 Cor 5, 2) de lo que sucede hoy en la "confesión". Así se vería más claramente que la paz con la Iglesia es el signo de la paz con Dios, el perdón.

La comunidad es siempre comunión en el Señor, y comienza donde dos se reúnen en su nombre. La presencia de Jesús en la comunidad hace que la oración eclesial sea escuchada por el Padre. Por tanto, la misma presencia que confiere ese valor especial a la oración es también la que da a la comunidad el poder de "atar y desatar".

EUCARISTÍA 1990/42

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REFLEXIÓN - 3

RECUPERAR AL HERMANO

Lo que cuenta es la recuperación del hermano. Esta es la preocupación fundamental, no la de hacerle ver que está equivocado, o que merece castigo, o que hay que llamarlo al orden.

Poco antes Jesús ha contado la parábola del pastor y de la oveja perdida (18. 12-13). El pastor no se considera rico porque tiene 99 ovejas. Se considera pobre porque le falta una.

No se resigna a perderla. Las 99 no le consuelan, ni le resarcen de la perdida. La parábola termina con una afirmación solemne que es un poco la clave de lectura de nuestro texto: "Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños". Así pues, en la comunidad cristiana, además de la inversión de los criterios humanos de grandeza y de la abolición de las diferencias, tenemos una diversa contabilidad. Hay un valor infinito en cada persona. Incluso un solo hombre cuenta, es importante, de gran valor. De gran valor por la preocupación, por el ansia de Dios.

Y hay que hacer lo imposible para no perderlo. (...). Frente a la falta del hermano, se habla de ello inmediatamente con todos, se hace publicidad de ella, se divulga en cada esquina (incluso con las debidas amplificaciones). Después, a lo mejor y por fin, también el pobre hombre es informado de lo que todos dicen, desde hace mucho tiempo, a sus espaldas. El culpable, a veces, es el único que no sabe la tempestad que se avecina sobre su cabeza... Cristo ha enseñado un procedimiento opuesto al que practicamos nosotros. Y pasemos a algunas observaciones prácticas:

1.Se llama "corrección fraterna". O sea, se corrige porque somos hermanos. Se reprende porque se ama. La corrección nunca puede ser una venganza inconsciente y nunca debe enmascarar un instinto de superioridad. Lo único que debe preocupar es el bien del hermano. Por eso: verdad y caridad van juntas.

2.Atentos para no confundir el pecado con lo que es distinto a mi manera de pensar. A no definir como "mal" lo que no entra en nuestros gustos y en nuestros esquemas. Atentos, sobre todo, a no intervenir continuamente por tonterías, por cosas absolutamente marginales.

Parece que ciertas personas religiosas tienen el arte de "asfixiar", en vez de liberar, ayudar, promover. (...).

ALESSANDRO PRONZATO

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