"El
Reino de los Cielos se parece..."
Estamos
en las parábolas del Reino, por lo tanto no debe
extrañarnos que las categorías en las que se mueve el
Reino de Dios, Dios mismo, no tengan nada que ver con las
categorías en las que se mueve el reino de los hombres.
La
parábola de hoy nos habla, entre otras cosas, de la
justicia de Dios y de la bondad de Dios, que da igual trato
a todos los trabajadores de su viña.
Dios, en
su Plan de Salvación, prepara un pueblo (una viña) para su
Hijo. Y aunque algunos se crean los únicos trabajadores de
la viña del Señor, Jesús revela que todos son llamados.
Israel fue depositario de las promesas, no su único
destinatario y dueño.
Así,
pues, no sólo los judíos sino también los paganos, son
llamados a trabajar en el único Pueblo de Dios, en la
única Viña del Señor. Israel comenzó al amanecer, los
paganos a medio día o al atardecer.
En la
economía humana, y aun en la justicia humana, a más
trabajo, más salario. Pero en la parábola no estamos en la
economía humana, sino en la economía del Reino de Dios.
Lo
importante es el trabajo en la Viña del Señor, no la
cantidad de horas. Ni todas las horas del mundo son
suficientes para jornal de gloria. Lo importante es hacer lo
que hay que hacer, se llegue a la hora que se llegue.
El
dueño de la viña es justo, a los primeros les ha dado el
sueldo convenido, pero Jesús nos quiere resaltar la
primacía de la bondad de Dios.
La
justicia es importante, pero más importante es el amor.
También en las relaciones humanas.
En la
Iglesia del Señor no caben derechos adquiridos, privilegios
y primacías; tampoco se ponen por delante las horas
trabajadas y los esfuerzos realizados.
El
Señor siempre paga más de lo debido a todos.
Algunos que se creen con
derechos de primeros, serán últimos y algunos de la
última hora, verán cómo pasan a recibir su salario en
primer lugar.