¿VAS
A TENER TÚ ENVIDIA PORQUE YO SOY BUENO?
Decíamos
la semana pasada que muchas veces no pasamos de la
justicia humana, aunque, como cristianos, nuestros
pensamientos y acciones deberían estar inspiradas
en el comportamiento de Dios, revelado en Jesucristo con
su vida y sus palabras.
Seguimos
en el "ojo por ojo, diente por diente", en
"el que peor se comporte, que pague más"; que
Dios no sea bueno con todos, sino más bueno con unos
que con otros, y esos otros, que seamos nosotros, los
que venimos a la iglesia, los que intentamos llevar una
vida honrada, al menos cara afuera, los que no
"robamos ni matamos, ni somos adúlteros".
¿Cómo
va a actuar igual Dios con nosotros que con unos
asesinos y terroristas? ¿para qué, entonces, un
infierno?
No
es justo que, después de una vida de servicio al
Señor, entre sacrificios y privaciones, se tenga el
mismo premio que quien toda su vida ha estado alejado de
Él y ha hecho lo que le ha dado la gana.
¿Es
que no hemos pensado alguna vez así?
Dios
es incomprensible, inabarcable y por eso, a veces, nos
cuesta acoger y aceptar su forma de actuar.
Cuántas
veces nosotros, en nuestros comportamientos con los que
nos hacen mal o se lo hacen a los demás o a la
sociedad, no somos tanto justos, cuanto vengativos.
Cuántas
veces pensamos que los "malos" son los otros,
cuando por dentro estamos llenos de odios, envidias,
agresividades...
Es
más fácil hacer a Dios como nosotros, castigador y
justiciero, que hacernos nosotros como Dios, bueno,
justo, perdonador. Y, sin embargo, el Señor nos ha
dicho: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial
es perfecto".
Aunque
vengamos todos los días a misa, aunque recemos cada
día el rosario, aunque nuestra vida sea
"normal", necesitamos acercarnos cada día
más al Señor, buscarlo, para conocerle mejor, para
entender que sus caminos, que sus planes, no son
nuestros planes. El malvado y el criminal, como decía
la primera lectura, que regrese al Señor, que tendrá
piedad. Pero no olvidemos que todos somos pecadores.
¿Y
los que trabajamos en la viña del Señor?
Los
cristianos convertidos del judaísmo se creían con
derechos históricos sobre los cristianos convertidos
del paganismo, que eran los de última hora.
¿Es
que el premio, el salario va a ser para todos igual? Los
integrados en actividades pastorales o de servicio en la
Iglesia, ¿igual que los que sólo vienen a misa los
domingos o los cristianos de boda, bautizo y entierro?
Debemos
grabar fuertemente en nuestro corazón las palabras del
Señor: "¿Vas a tener tú envidia porque yo soy
bueno?"
Dejemos
a Dios los juicios sobre las personas y sus
comportamientos, porque sólo Él conoce lo profundo de
su corazón.
Si,
como San Pablo, intentamos que Cristo sea nuestra vida,
cambiarán muchas de nuestras formas de pensar.
Que
al alimentarnos del Pan de la Palabra de Dios y del
Cuerpo y la Sangre de Cristo, nuestros pensamientos y
acciones se acerquen cada vez más a los del
Señor.