AMOR
CON AMOR SE PAGA
Dice
el refrán: "Amor con amor se paga"
Y
en él se resumiría la Palabra de Dios de hoy.
El
amor recibido debe convertirse en amor entregado, en
amor hecho obras concretas.
El
profeta Isaías presta su voz al amigo (Dios) para
cantar un canto de amor a su viña, a Israel, su pueblo
elegido. También lo podemos aplicar a ese nuevo Israel,
que es la Iglesia.
Cómo
se ha preocupado el amigo Dios de su viña: todo lo
mejor ha sido poco para Él. Como el labrador que elige
la tierra para su plantación preferida y la prepara con
inmenso cariño, dedicándole todos los cuidados y
estando siempre pendiente de todo.
Así
es el Señor. Así es el Dios revelado por Jesucristo
para con sus criaturas. Por eso lo definimos como Amor.
Un amor que ha sido gratuito, sin exigencias previas; un
amor que ha sido dar, más aún, darse. La creación
misma y, sobre todo, el hombre y la mujer, son signos de
su amor, de querer compatir, sin necesidad, su vida con
nosotros.
Israel
también fue signo de su amor: la llamada a su amigo
Abraham, la liberación de Egipto, el Pacto de amistad
en el Sinaí, el asentamiento en la "tierra que
mana leche y miel"...
¿Y
la respuesta? - Odios, injusticias, ambiciones,
desprecio de los pequeños y de los pobres...
La
viña no dio buenos frutos, dio agrazones.
Isaías
remarca la culpa colectiva, Jesús remarca la culpa de
los labradores, de aquellos que debían haberse
preocupado de cuidar la viña y sólo se preocuparon de
sí mismos, de aquellos que quisieron quedarse con todo,
quitando de enmedio, incluso, al hijo.
Ese
fue el gran gesto del Padre: enviar al Hijo para salvar
la viña aunque, tras quitárselo de enmedio, pase a
otras manos, al nuevo Israel, la Iglesia.
¿Cómo
entiende el Señor la respuesta al amor dado? -
Sencillamente, una respuesta de amor, que pase por
signos concretos de amor al prójimo: "Esperó de
ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó
justicia, y ahí tenéis: lamentos".
El
amor a Dios pasa, necesariamente, por el amor al
prójimo, hecho cercanía, respeto, solidaridad, hecho
opción por todo "lo verdadero, noble, justo, puro,
amable, laudable", por todo lo que es "virtud
o mérito", hecho, en definitiva, seguimiento de
Jesucristo, como nos decía San Pablo en la segunda
lectura.
Quien
no cuide la viña, quien no dé fruto a su tiempo, sea
el antiguo Israel, sea el nuevo Israel, la Iglesia,
está expuesto a perder la predilección y la confianza
del Señor; está expuesto no sólo a perder la viña,
sino el Reino de Dios, que "se dará a un pueblo
que produzca frutos.