Al ver y escuchar a
Juan el Bautista, algunos, talvez, pensaron en el
Mesías, en el que tenía que venir. Su palabra, su
estilo de vida como los profetas, sus bautizos en el
Jordán...
El
evangelista Juan ha intentado clarificar las cosas. Ya
al comienzo de su evangelio dirá que el Bautista no era
la luz, sino testigo de la luz; y el mismo Juan Bautista
afirma claramente que él no es el Mesías, que
únicamente es la "voz que grita en el
desierto", el que prepara el camino al que viene
detrás, a aquel a quien no es digno de soltarle la
correa de la sandalia. Nos dice el evangelista Juan que
el Bautista predicaba y bautizaba en el Jordán, pero no
trae la escena del bautizo de Jesús, aunque sí da
noticia de ella y de la manifestación del Espíritu de
Dios.
"Al
día siguiente", Juan dará su testimonio a cerca
de Jesús y de lo que ocurrió en su bautizo. Primero lo
va a definir como el "Cordero que quita el pecado
del mundo". En el idioma de los judíos se empleaba
la misma palabra para cordero y siervo. Jesús es el
Siervo de Dios anunciado por los profetas, que debía
sacrificarse por los hermanos y es el Cordero que
reemplaza al cordero pascual.
Si
bien Juan Bautista podía conocer a Jesús, no conoció
en él al Mesías que debía venir y al que preparaba el
camino, hasta que vio "al Espíritu bajar del cielo
como una paloma y quedarse sobre él" .
Él
lo ha visto y da testimonio de que Jesús es aquel de
quien decía: "Tras de mí viene un hombre que
está delante de mí, porque existía antes que
yo"; manifiesta claramente que Jesús es el Hijo de
Dios.
JUAN 1,
29-34
Éste
es el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo
En
aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía
hacia él, exclamó: "Éste es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo. Éste es aquel de quien yo dije:
"Tras de mí viene un hombre que está
por delante de mí, porque existía antes
que yo." Yo no lo conocía, pero he
salido a bautizar con agua, para que sea
manifestado a Israel."
Y Juan
dio testimonio diciendo: "He
contemplado al Espíritu que bajaba del
cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua me dijo: "Aquél
sobre quien veas bajar el Espíritu y
posarse sobre él, ése es el que ha de
bautizar con Espíritu Santo." Y yo
lo he visto, y he dado testimonio de que
éste es el Hijo de Dios."
Palabra
de Dios
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LUZ EN LA OSCURIDAD
La primera lectura del profeta
Isaías habla del siervo de Yhavhé, que será "luz de las naciones
para que la salvación llegue al confín de la tierra".
Desde nuestra fe, desde el
evangelio de Jesús, ¿qué oscuridades deberá iluminar el Mesías, el
Cristo y, hoy en su nombre, sus seguidores? La lista de oscuridades
sería larga pero vamos a resaltar alguna.
Entre las primeras oscuridades nos
encontramos con el desprecio a la vida humana, que lleva a proclamar
leyes de aborto y eutanasia, que promueve guerras y violencias de
todo tipo, que desprecia y se despreocupa de los que quedan en las
cunetas de los caminos de la vida, porque no son útiles, ni
productivos, porque sus votos no cambian las cosas.
Otra gran oscuridad que observamos
desde la luz que proyecta el Evangelio es el intento de ningunear y,
si se puede, destruir la familia que, según el plan de Dios, está
formada por el padre, la madre y los hijos. "Dejará el hombre a su
padre y a su madre, se unirá a su mujer y formarán una sola carne".
Hace pocas semanas presentábamos a la familia de Nazareth como
modelo de familia. En la oscuridad en la que vivimos, se quiere
llamar matrimonio y familia a cualquier unión, aun a las del mismo
sexo; se le quiere quitar a los padres el ser padres para pasar a
ser simples progenitores; se les quita el derecho y el deber de la
educación moral de sus hijos, según sus ideas y creencias,
para quedárselas el Estado y, así, poder manipularlos y dirigirlos
desde la escuela y los MM CC SS.
Una de las oscuridades que están
aumentando en este mundo es la falta de libertad religiosa y la
persecución y muerte de los cristianos. Por una parte los
fundamentalismos religiosos, sobre todo de corte islámico, y, en
países de tradición cristiana, es el laicismo el que intenta
organizar la convivencia a espaldas de Dios y dificulta lo más
posible la presencia y participación de la Iglesia y de los
cristianos en el ámbito de lo público.
La oscuridad del paro, de la crisis
económica, provocada por el egoísmo y la ambición de políticos y
poderosos; la oscuridad de la falta de libertad cuando se legisla
por decreto, cuando se persigue a todo lo que se mueve fuera de lo
establecido por la ideología dominante; la persecución de la
libertad de expresión, los autoritarismos en tantas partes del
mundo...
Y la sexualidad convertida en mero
sexo, en un juguete, en una diversión, sin querer pensar en las
graves consecuencias de su mal uso; ridiculizando a los que
defienden la sexualidad como expresión del amor y la vida de la
pareja en el matrimonio estable.
En este mundo de oscuridades, los
cristianos estamos para ser luz, para seguir proclamando que, desde
Jesucristo, nos iría mucho mejor.
Dios nos ha llamado y nos ha
consagrado en el Bautismo y la Confirmación para ser testigos de la
luz, de una forma de vivir diferente a la de los que viven en la
oscuridad.
A lo largo de la historia muchos
hermanos nuestro, como Juan Bautista, han dado testimonio de que
Jesucristo es el Hijo de Dios; algunos han dado su vida por su fe,
también en nuestros días: Irak, Egipto, Pakistán, India son botones
de muestra.
Hoy vivir como auténticos
cristianos se nos hace más cuesta arriba porque el ambiente no
acompaña. Por eso es más importante hoy que ayer conocer bien
nuestra fe, celebrarla en la Eucaristía y los demás sacramentos, dar
testimonio en los ambientes en los que nos movemos, rezar al Señor
personal y comunitariamente y sentirnos unidos en Iglesia con los
hermanos de la parroquia y con todos los cristianos.
Pidámoselo así al Señor en la
Eucaristía.