INTRODUCCIÓN

EL BANQUETE DEL
SEÑOR
Miguel Payá -
Página franciscanos
Capítulo III
LA PREPARACIÓN
Le reconocieron al partir el pan
2. EL ANUNCIO DE LA
EUCARISTÍA EN LA VIDA DE JESÚS
f) Jesús resucitado camina
con sus discípulos
¡Jesús siguió comiendo con sus discípulos
después de la Resurrección! Y estas comidas del Resucitado
son precisamente las más cercanas a lo que nosotros
celebramos, ya que el Jesús con el que nos encontramos ahora
en la Eucaristía es ya el Señor resucitado y glorioso.
La primera de estas comidas tuvo lugar el
mismo día de Pascua y tuvo como invitados a dos discípulos
que iban camino de Emaús (cf. Lc 24,13-35). Realmente esta
escena es como una catequesis del itinerario de nuestra
celebración eucarística, en sus diferentes partes.
Dos caminaban juntos, aunque sin entenderse
demasiado, iban discutiendo: en la Eucaristía comenzamos
esforzándonos por formar comunidad.
Iban «de vuelta», preocupados y afligidos por
sus oscuridades y frustraciones. El caminante que se les une
les obliga a reconocer esta situación: también nosotros
reconocemos nuestras deficiencias en el acto penitencial.
Jesús les sale al encuentro y comienza a
caminar con ellos, pero no lo reconocen, porque a Jesús sólo
se le puede ver ahora con los ojos de la fe. Para suscitar
en ellos esta fe, Jesús les explica todo lo que se refería a
él en la Escritura. Y esta explicación es lo que les hace
arder el corazón y les prepara para reconocerlo. La Liturgia
de la Palabra, en la que nos habla Jesús, nos despierta la
fe y nos prepara para reconocerlo.
Los dos discípulos acogen la enseñanza de
Jesús y muestran su deseo de continuar con él: con nuestra
profesión de fe acogemos su palabra y nos preparamos para
encontrarnos con su propia persona.
Jesús se sentó a la mesa, tomó el pan, lo
bendijo, lo partió y se lo dio. Y entonces lo reconocieron,
aunque él desapareció de su lado. Las cuatro acciones de
Jesús son las que seguimos repitiendo en la Liturgia
Eucarística. Y a través de ellas, se produce la presencia
real, aunque misteriosa, de Jesús entre nosotros.
Después de esto, los dos discípulos se
volvieron corriendo a Jerusalén para contar a los demás lo
que les había sucedido. Al final de la Eucaristía somos
enviados a dar testimonio del Resucitado.