PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Malaquías1, 14b-2, 2b. 8-10

Malaquías, que significa "el Mensajero", profetiza después del destierro de Babilonia.
      En el texto de hoy denuncia el culto de los sacerdotes del templo: pura rutina y ofrecen al Señor lo peor; además no cumplen con sus deberes para con el pueblo.
     El Señor no quedará indiferente.


 


PRESENTACIÓN

El autor anónimo al que llamamos profeta Malaquías, ya que Malaquías significa "Mensajero", pertenece a la última etapa del profetismo, la que sigue al destierro de Babilonia.

Antes del destierro, la palabra de los profetas había sido "castigo", en el destierro, "esperanza" y ahora, después del destierro, es "restauración".

Todavía no ha llegado la reforma de Esdras y Nehemías. Estamos a mitad del siglo V a. C. La reconstrucción del Templo era, para muchos, el fin de las calamidades, la cercanía, de nuevo, de Dios a su pueblo y la llegada de la nueva Alianza, tan prometida por los profetas del exilio.

Pero no es así. El culto del templo está deslucido, no expresa nada, se ha vuelto rutinario. Los sacerdotes no son más que unos funcionarios.

Se le está dando a Dios un culto de saldo. Ya no se presentan al altar ofrendas puras. El pan es impuro, reses ciegas, cojas o enfermas. esas ofrendas, se queja el profeta, no se le hacen ni a los jefes humanos.

Los sacerdotes han perdido la estima y la confianza del pueblo. No son mensajeros de Dios, escandalizan.

¡Triste sacerdocio que no cumple con su misión!

No hay otras salida que volver a la obediencia al Señor, volver de nuevo a un culto digno de Dios, a la vez que cumplir con su misión.

Si no, dice el Señor, os enviaré mi maldición.

MALAQUÍAS 1, 14b-2, 2b. 8-10

"Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones, dice el Señor de los ejércitos.

Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre --dice el Señor de los ejércitos--, os enviaré mi maldición.

Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví --dice el Señor de los ejércitos--.

Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley.

¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?"

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 130

PRESENTACIÓN

El Salmo 130 presenta los sentimientos de quien quiere vivir en el Señor.

Ante todo, aceptar la relación Creador - criatura. Una actitud humilde, sencilla y confiada, como el niño en brazos de la madre.

"Señor, mi corazón no es ambicioso
ni mis ojos altaneros"

Los peregrinos que acudían a Jerusalén y asistían a las fastuosas ceremonias del Templo, cuando, al fin, quedaban solos ante el Señor, su sentimiento era

"como un niño en los brazos de su madre"

Este salmo, en su sencillez, tiene el encanto de presentarnos una de las virtudes fundamentales de la vida cristiana: la confianza en Dios, el abandono en sus manos, la paz.

"Guarda mi alma en la paz
junto a ti, Señor"

 SALMO 130

R/. GUARDA MI ALMA EN LA PAZ, JUNTO A TI, SEÑOR

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. GUARDA MI ALMA EN LA PAZ, JUNTO A TI, SEÑOR

Sino que acallo y modero mis deseos, 
como un niño en brazos de su madre.

R/. GUARDA MI ALMA EN LA PAZ, JUNTO A TI, SEÑOR

Espere Israel en el Señor, 
ahora y por siempre.
R/. GUARDA MI ALMA EN LA PAZ, JUNTO A TI, SEÑOR

 

SEGUNDA LECTURA
Tesalonicenses 2, 7b-9. 13

Habla San Pablo de su comportamiento entre los tesalonicenses: delicado, como el de una madre que cuida de sus hijos; su entrega a ellos fue total; no quiso ser una carga y trabajó en su oficio.
     También da gracias porque su trabajo no quedó sin fruto: ellos acogieron la palabra de Dios.

 

PRESENTACIÓN

En el capítulo segundo de la carta de san Pablo a los Tesalonicenses, éste les recuerda los padecimientos sufridos en Filipos y su ministerio en Tesalónica, no exento de dificultades pero, como dice, "confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios".

Se ha presentado ante ellos con toda sinceridad, como portador de la verdad y queriendo agradar, no a los hombres, sino a Dios.

La autoridad sobre la comunidad no fue imposición sino amabilidad, "como una madre cuida con cariño de sus hijos".

Así, pues, en la carta, utiliza, para expresar la relación con ellos, un lenguaje lleno de ternura.

El amor de Pablo a los tesalonicenses se ha hecho entrega total, tanto del Evangelio, que es su misión, cuanto de sí mismo.

No ha querido ser gravoso a la comunidad y ha compaginado el trabajo y la predicación.

También su comportamiento ha acompañado a su predicación: se ha comportado "santa, justa e irreprochablemente".

Y porque ha ejercido de buen padre para cada uno, de forma que viviesen de una manera digna de Dios, da gracias porque, a pesar de las dificultades y persecuciones de sus conciudadanos, la Iglesia de Tesalónica tiene una fe tan viva como las comunidades de Judea, que también han sido fuertemente perseguidas.

TESALONICENSES 2, 7b-9. 13

Hermanos:

Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.

Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.

También, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 23, 9a. 10b

Uno solo es vuestro Padre, el del cielo; y uno solo es vuestro consejero, Cristo.

 

EVANGELIO
Mateo 23, 1-12

Jesús arremete contra los escribas y fariseos, guías del pueblo.
      Más que servirles, se han servido de ellos y los han oprimido cargándoles de preceptos y, sintiéndose superiores a los demás, han buscado primeros puestos, alabanzas y reverencias.
     Entre los de Jesús, el comportamiento debe ser el opuesto.

 

PRESENTACIÓN

Tal vez lo que le interesa al evangelista Mateo es decirnos lo que debe ser y lo que no debe hacerse en ese nuevo Israel, que es la comunidad de los seguidores de Jesús, la Iglesia.

Y lo quiere dejar claro a todos; por eso Jesús se dirige no sólo a los discípulos, sino a toda la gente.

En el pueblo de Dios no debe haber distinciones de grado o de superioridad por puestos ocupados. Todos deben ser servidores de los hermanos. La autoridad, la jerarquía, el magisterio teológico... si no son servicios a la comunidad para que crezca y se desarrolle en el seguimiento de Jesucristo, no tiene sentido.

Es verdad que siempre está la tentación que Jesús denuncia en los letrados y fariseos: creerse más porque se tiene una responsabilidad mayor.

Y así, destaca a los que dicen y no hacen, a los que marcan caminos de seguimiento de la voluntad de Dios y ellos no los siguen, a los que, sin pensar en los demás, les cargan las espaldas de normas y preceptos, de "fardos" que, después, ellos, ni llevan ni ayudan a llevar, a los que creen que un puesto de responsabilidad significa ser más y, por tanto, que los demás se lo reconozcan, les reverencien y les den los primeros puestos...

Lo que critica Jesús de los letrados y fariseos y que es tan "natural" en los colectivos humanos, no puede serlo entre los seguidores de Jesús. Sin embargo, en numerosas ocasiones, también lo es. Y nos sentimos tentados a la adulación, a ocupar los primeros puestos, a buscar reverencias, a mandar y que se nos obedezca.

Sin embargo: "el primero entre vosotros será vuestro servidor" y "el que se enaltece, será humillado", dice el Señor.
 

MATEO 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

-- En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.

Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.

El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Palabra de Dios