LES
DEJÓ ENCARGADOS DE SUS BIENES
Pones
la televisión. conectas la radio, compras el
periódico, entras en internet..., y el alma se te cae a
los pies.
Cuánta
corrupción, cuánta violencia, cuántos recortes a la
libertad de expresión, cuántos derechos ciudadanos que
se quieren aplastar.
Peor
aún, nos estamos instalando en el terreno de la
mentira, de la difamación, de la persecución a los
oponentes.
Y lo
peor es que los auténticos valores, los que construyen
la persona, van siendo relegados y se propicia un tipo
de comportamiento en el que , se dice, todo vale, que
cada uno es dueño de sí mismo y de hacer lo que le dé
la gana, que no hay una conducta moral, que el fin
justifica los medios y que el valor supremo es la
libertad, entendida como hacer en cada momento lo que a
uno le dé la gana.
Cuántas
palabras altisonantes en los dirigentes de la sociedad
que, al final, se quedan huecas, vacías, sin
contenidos; se quedan en eso, en palabras.
¿Y
los cristianos? ¿Qué estamos haciendo los cristianos
para mejorar el mundo? ¿O, tal vez, estamos metidos o
apoyamos este tipo de sociedad que se está
construyendo?
Cuántas
veces hemos cantado en el pasado aquel himno que decía:
Tu Reino es vida, tu Reino es verdad ; tu Reino es
justicia, tu Reino es paz; tu Reino es gracia, tu Reino
es amor. Venga a nosotros tu Reino, Señor".
Visto
en estas claves, parece que el Reino de Dios más que
acercarse, se aleja.
¿Y
a quién ha encargado el Señor comenzar a construir
este Reino hasta que, cuando Él vuelva glorioso, lo
lleve a su plenitud? A los suyos, a sus discípulos, a
sus "criados".
A
todos los que nos decimos seguidores de Jesucristo,
individualmente y en comunidad, en Iglesia.
A
cada uno se nos han dado talentos según nuestras
capacidades. El Señor reparte carismas y ministerios
para ir "negociándolos" en función del
crecimiento del Reino de Dios
Cada
uno en nuestro ambiente, en nuestras familias, en
nuestros trabajos, en nuestras asociaciones y partidos
políticos, en nuestra Iglesia, debemos trabajar los
cinco, los dos, el talento que el Señor nos ha confiado
hasta que vuelva.
Si
el reinado del pecado gana terreno al reinado de Dios,
¿ no será porque hemos enterrado el talento confiado?
Hay
que desenterrar el talento, hay que presentarse como
cristianos, con nuestros hechos y con nuestras palabras;
hay que apoyar con todos los medios, éticos y legales,
todo lo que vaya a favor de un mundo más según Dios
quiere y hemos de rechazar con todas las fuerzas, lo que
retarda la instauración del Reino de Dios en el mundo.
Necesitamos
convicción, fuerza y valentía.
La
Eucaristía es pan de los fuertes, pan de los peregrinos
que caminan hacia la plenitud del Reino de los Cielos,
realizándolo ya aquí en la tierra.