UN
REY COMO DIOS MANDA
Todos
queremos "ser alguien" y ese
"ser alguien" se entiende como
tener poder, tener influencia, ocupar
puestos que están por encima de los
demás.
Y
cuanto más poder, cuanto más por encima
de los demás, , más signos externos:
palacio de la Zarzuela, palacio de la
Moncloa, palacio de San Esteban, palacio
episcopal..., zona residencial... Rey,
presidente, presidentillos... lujos, coches, despachos, sirvientes,
guardaespaldas... Hay que dar sensación
de importancia, fuerza y poder.
Ser
más que los demás, estar por encima de
los demás, doblegar a los demás; que su
voluntad y su ideología sea la única,
que los que critican y discrepan sean
acallados, "aquí se hace lo que yo
mando". Cuántos viven para eso;
cuántos lo desean, aunque no puedan
conseguirlo; cuántos aplican esto a su
pequeño mundo de la familia, los amigos,
los compañeros de trabajo, los miembros
de su comunidad cristiana.
Y
este egoísmo pone en rivalidad a
personas, pueblos y naciones; y está en
la base de todas las guerras y violencias;
está en la base de todas las pobrezas
miserias y hambrunas; porque siempre
están los que se quedan por debajo y son
pisoteados por los demás.
Así
se construyen nuestras naciones, así se
construyen nuestros reinos.
A
veces hemos aplicado estas categorías a
Jesucristo, Rey del Universo. Y en nombre
de Cristo Rey han surgido fanatismos y
luchas; en nombre de Cristo se ha querido
imponer a los demás la verdad, a veces
con la fuerza.
También
es verdad que, por el nombre de Cristo,
muchos han muerto a manos de quienes
odiaban todo lo cristiano y, muy
recientemente, entre nosotros. Recuperemos
la memoria histórica de nuestros
mártires, que viven con Cristo en el
Reino de Dios.
La
Palabra de Dios de hoy nos ayuda a
entender la forma de ejercer el reinado de
Cristo:
-
Un Rey-Pastor, que busca a sus ovejas
siguiendo su rastro; que las reúne cuando
se dispersan; que las libra de los
peligros; un Rey-Pastor que busca las
ovejas perdidas, recoge a las
descarriadas, cura a las heridas y
enfermas; también guarda y apacienta a
las fuertes y gordas. Un Rey-Pastor que da
la vida por sus ovejas.
-
Un Rey que murió por todos, que se
ofreció, como sacrificio, en el altar de
la cruz para que todos recuperáramos la
vida, perdida por el pecado; un Rey que
nos ama hasta el límite de asociarnos a
su resurrección.
-
Un Rey-Juez, pero de una sola ley: el
amor, especialmente a los últimos.
El
buen vasallo de este Rey es el que entrega
su vida por los demás.
"Venid,
benditos de mi Padre, heredad el
reino"
"Tuve
hambre y me disteis de comer, tuve sed y
me disteis de beber, fui forastero y me
hospedasteis, estuve desnudo y me
vestisteis, enfermo y me visitasteis, en
la cárcel y vinisteis a verme".
Y
es que, como nos dice Jesús: "Cada
vez que hicisteis esto con uno de mis
humildes hermanos, conmigo lo
hicisteis".
Ante
este Rey, tres actitudes:
-
Confianza: es el Buen Pastor.
-
Gratitud: ha entregado su vida por
nosotros.
-
Compromiso: entregar nuestra vida por los
demás, especialmente a favor de los
últimos, de los más pequeños, de los
humildes.
Que
tomen ejemplo de Jesucristo, Rey del
Universo, los reyes y jefes de la tierra,
para que a todos nos vaya mejor; aunque
sólo Él da la vida eterna, sólo Él
abre la puerta del Reino del Cielo.
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