PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Isaías 8, 23b-9, 3

Qué mala fama tenía Galilea; lejos de Judea, del Templo de Jerusalén y vecina de los paganos...
       Allí se habían instalado las tribus de Zabulón y de Neftalí.
       Pero allá lejos va a brillar una luz, va a venir una gran alegría para los oprimidos.
      Se acabará la vara del opresor y el yugo de su carga.
      Es profecía de la venida del  Mesías, Jesús de Nazareth, en la Galilea

 


PRESENTACIÓN

"En otro tiempo, el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí".

Hacia el año 732 a. C. el asirio Teglatfalasar III había invadido el país del Norte, el reino de Israel, donde se encontraban las tribus de Zabulón y Neftalí, en la Galilea.

Tras la deportación que siguió a la conquista y la repoblación de los territorios por extranjeros, podríamos decir que esta parte del territorio había quedado como muerta, en la negrura de las tinieblas; el pueblo de Dios humillado, cautivo y disperso.

Ante una invasión de sirios y samaritanos al reino de sur, Judá, éste tiende a poner su confianza en el rey de Asiria.

Isaías pide al pueblo que no ponga su confianza en Asiria, sino en Yhavhé; Él es el que salva.

Así, pues, se anuncia la intervención del Señor. Será como la gran luz que encuentra el pueblo que camina en tinieblas, que está lejos, que está pagando su infidelidad.

Dios es fiel y cumple las promesas hechas a los padres.

El gozo del pueblo será grande, semejante al del labrador que recoge su abundante cosecha, o la del guerrero que vuelve victorioso de la batalla, trayendo abundante botín.

Es el Señor el que salva a su pueblo, el que retira la vara del opresor, el que quita el fardo pesado de la espalda y el látigo del capataz.

El poema habla de un niño-rey que ha nacido: "Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la paz". Será anuncio del Emmanuel, el Mesías, el Hijo de Dios que vence las tinieblas del pecado y nos llena de luz y de vida.

ISAÍAS 8, 23b-9, 3

En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande

En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 26

PRESENTACIÓN

Alejado del Templo, el piadoso israelita suspira por el Señor y su casa.

Los momentos difíciles, los sufrimientos, la lejanía, la oscuridad en la que se encuentra, no le hacen perder la esperanza en el Señor. Él es su luz, con él se siente seguro, no se hunde ante la adversidad.

"El Señor es mi luz y mi salvación
       ¿a quién temeré?
       El Señor es la defensa de mi vida
       ¿quién me hará temblar?

Su deseo más fuerte: habitar en la casa del Señor; en ella se encuentra seguro; junto al Señor, cobijado en él, gusta de su bondad y cariño. No hay nada más deseable que contemplar al Señor en su templo.

"Una cosa pido al Señor, 
       eso buscaré:
       habitar en la casa del Señor...,
       gozar de la dulzura del Señor."

Y, aunque no ha conseguido lo que tanto ansía, no pierde la esperanza: "espero", "espera", "espera".

"Espero gozar de la dicha del Señor...
       Espera en el Señor, sé valiente...
       ten ánimo, espera en el Señor."

 
 SALMO 26

El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? 
R.
El Señor es mi luz y mi salvación.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. 
R.
El Señor es mi luz y mi salvación.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. 
R.
El Señor es mi luz y mi salvación.

 

SEGUNDA LECTURA
1 Corintios 1, 10-13. 17

Los corintios eran muy dados a reunirse por grupos ideológicos y alrededor de maestros diversos.
      También en la comunidad cristiana se dividieron: los de Pablo, los de Pedro, los de Apolo, los de Cristo.
      Pablo hace una llamada a la unidad: todos deben estar unidos a Jesucristo. Él es el único que ha muerto y resucitado por nuestra salvación y sólo en su nombre hemos sido bautizados.

 


 

PRESENTACIÓN

San Pablo se encuentra en Éfeso.  Allí le han visitado algunos miembros de la comunidad de Corinto, que han acudido para hacerle algunas consultas.

En la ciudad de Corinto eran normales las escuelas filosóficas, en las que, en torno a un maestro, se reunían sus discípulos; la pugna por el renombre y por las últimas teorías de moda era corriente.

Influenciados por estas costumbres, algunos pensaron que el cristianismo podía ser una teoría más, también entre los bautizados. Así, pues, empezaron a reunirse en torno a sus "maestros". Y la comunidad empezó a dividirse: "los de Pablo", "los de Pedro", "los de Apolo", "los de Cristo"...

San Pablo quiere zanjar enseguida la cuestión: no hay más que un maestro: Jesucristo; los demás son servidores de su Palabra, para el crecimiento y la unidad de la comunidad.

Han de entender que la fe no es una adhesión a ideas o a mensajeros, sino a la persona de Cristo, en la que todos han sido injertados por el Bautismo.

Se trata de seguir a Jesucristo; todos, también los apóstoles y mensajeros. Sólo Cristo ha muerto y resucitado por nuestra salvación. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Los mensajeros pueden tener unas cualidades u otras, más o menos sabiduría de palabra, pero no nos debemos quedar en la persona, sino en el mensaje que los une y nos une: Cristo.

1 CORINTIOS 1, 10-13. 17

Poneos de acuerdo y no andéis divididos

Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos.

Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir.

Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo."

 ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 4, 23

Jesús proclamaba el Evangelio del Reino, curando las dolencias del pueblo.

 

EVANGELIO
Mateo 4, 12-23

Tras el arresto de Juan Bautista, Jesús toma el testigo. Se retira a su tierra, a  Galilea, a los territorios de Zabulón y Neftalí, de los que hablaba el profeta Isaías.
      Comienza su misión invitando a la conversión "porque está cerca el Reino de los cielos" y llamando a los primeros discípulos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan, que, inmediatamente, lo dejan todo y le siguen.

 

PRESENTACIÓN

En el fragmento del evangelio que proclamamos hoy podemos distinguir tres partes:
       - El inicio de la misión de Jesús en Galilea.
       - El contenido del mensaje.
       - La llamada a sus primeros discípulos.

Jesús ha sido bautizado por Juan. Ha comprendido lo que el Padre quería cuando el Bautista ha dudado en bautizarle y, después, la voz del Padre y el Espíritu, que desciende sobre él en forma de paloma, lo ratifican todo. A continuación ha marchado al desierto, lugar de encuentro con el Padre y con el Tentador.

Es hora de comenzar la tarea. Aprovecha el momento en que Juan Bautista es arrestado. Pero no se queda en el desierto ni a orillas del Jordán; vuelve a su tierra, a Galilea y, más en concreto a Cafarnaúm, a donde se traslada desde Nazareth.

Así, pues, la predicación de Jesús comienza en la Galilea de los gentiles, en tierras de Zabulón y Neftalí, en una región donde la pobreza religiosa era grande, debido a la población pagana y a estar rodeados de la Decápolis extranjera.

Por tanto, éstos van a ser los primeros destinatarios de la palabra de Jesús; éstos son los que, andando en tinieblas, van a ver la luz, como había dicho Isaías.

El mensaje con el que Jesús empieza su predicación es el mismo que empleó Juan Bautista: "Convertíos, está cerca el Reino de los cielos". Las palabras y los signos de Jesús y, sobre todo, el desenlace de vida con la muerte y resurrección, nos indicará que la profundidad del mensaje en boca de Jesús es mucho mayor que en el Bautista. En Jesús, el reinado de Dios está en medio de nosotros y quiere estar en cada uno; para ello es necesaria la conversión

Junto a la proclamación del mensaje, la invitación al seguimiento: "Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres". A la invitación directa de Jesús, sigue la respuesta generosa de los interpelados: "Inmediatamente...". De esta manera quedaron unidos a Jesús y a su misión. Le siguieron hasta el final, cargando con la cruz.

MATEO 4, 12-23

Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea.

Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí.

Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló."

Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."

[Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.

Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre.

Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.]

Palabra de Dios