INTRODUCCIÓN 

 


 


 

 

INTRODUCCIÓN

 

EL BANQUETE DEL SEÑOR
Miguel Payá - Página franciscanos

Capítulo I
EL ANFITRIÓN
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

3. LA EUCARISTÍA, BANQUETE DEL SEÑOR JESÚS

e) Un nuevo banquete

Las primeras palabras de esta antífona nos llevan a una última consideración sobre el modo cómo quiso Jesús que participáramos de su Pascua: «Tomó pan, lo partió y se lo dio diciendo: --Esto es mi cuerpo... Tomó una copa, se la dio y dijo: --Esta es mi sangre» (Mc 14,22-24). Jesús instituye un banquete, una comida con dos elementos, el pan y el vino, que tenían una gran importancia en la tradición judía, y les da un nuevo significado.

El pan era el alimento fundamental para saciar el hambre y por ello era símbolo de la vida. El vino era la bebida festiva, símbolo de alegría, de amistad y de alianza.

Jesús los asume pero les da un nuevo sentido: son su cuerpo entregado y su sangre derramada, es decir, son él mismo que se entrega a favor de los hombres.

Nos encontramos ante una acción que carece de antecedentes en ninguna religión. El hecho de que alguien dé a comer su cuerpo y a beber su sangre es una total innovación de Jesucristo, que causó escándalo ya entre sus contemporáneos.

Pero las palabras de Jesús son claras y terminantes: «Yo os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros... El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él» (Jn 6,53.56).

No se trata de un alimento metafórico. Lo que recibimos bajo las apariencias del pan y del vino es el cuerpo y la sangre del Señor, es decir, a él mismo, que se ha ofrecido por nosotros. Y al recibirlo, entramos en una íntima unión con él que nos introduce en la misma vida de la Trinidad: «Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que coma vivirá por mí» (Jn 6,57).