PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Dan 7, 9-10. 13-14


 


PRESENTACIÓN

Proclamamos un fragmento del libro de Daniel que tendrá su importancia en el Nuevo Testamento.

El momento histórico de trasfondo es una época dolorosa del pueblo de Israel: la persecución de Antioco Epífanes .

Las visiones llevan un mensaje de esperanza para reconfortar a los fieles en momentos duros.

El libro de Daniel trae dos visiones seguidas: la del Anciano sobre el trono y la del "Hijo de hombre" que viene sobre las nubes.

El mundo de lo trascendente se presenta con un decorado grandioso, propio de la literatura apocalíptica.

Entre los miles y miles de servidores del Anciano sentado en el trono de fuego, están aquellos que han superado las persecuciones; se anuncia que este es el destino final de los fieles, el cielo.

En la segunda visión aparece la figura del "Hijo de hombre", al que se le da el poder.

En el libro de Daniel, este "Hijo de hombre" es un colectivo: "El pueblo de los Santos del Altísimo", es decir, los que han resistido a la persecución y han mantenido la fe aun a riesgo del martirio.

Más tarde se aplicará esta imagen y las atribuciones que se le otorgan al Mesías.

Jesús ha empleado estos textos y los ha modificado y completado ("¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y dijo Jesús: Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo" Mc 14, 61b-62).

Daniel habla de un "Hijo de hombre"; Jesús del "Hijo del hombre".

 

DANIEL 7, 9-10. 13-14
Su vestido era blanco como nieve

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas.

Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.

Comenzó la sesión y se abrieron los libros.

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.

Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 96

PRESENTACIÓN

Cuando a la luz de la resurrección de Cristo decimos que "el Señor es rey", estamos pensando en Cristo.

Pero el salmo ha sido compuesto para celebrar al Dios de Israel.

Desde el comienzo del salmo, desde las primeras palabras, se honra a Dios como el único rey, ante el que los reyezuelos de la tierra deben inclinar la cabeza.

Dios es el único Dios, el único Señor, el único rey.

"El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra"

El Señor es el único Dios, y la lucha contra la idolatría ha sido el gran combate de la fe de Israel.

"Se postrarán ante Él todos los dioses"
"Porque tú eres Yhavhé,
Altísimo sobre toda la tierra,
muy por encima de los dioses todos"

El Señor es el único Dios, los "otros dioses" no son nada. Ya lo dice el primer artículo de la fe de Israel: "Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor". Esta aclamación estaba presente cada día en la boca y en el corazón de todo buen israelita.

Otra forma de proclamar la grandeza de Yhavhé, del Dios único, es resaltar su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza.

"Delante de él avanza fuego...
Iluminan el orbe sus relámpagos...
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra"

Acabará el salmo llamando a alegría a los creyentes

"Alegraos justos en el Señor,
celebrad su memoria sagrada".

 SALMO 96 

R/ EL SEÑOR REINA, ALTÍSIMO SOBRE TODA LA TIERRA

El Señor reina, altísimo sobre la tierra

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R.

 

SEGUNDA LECTURA
2Pe 1, 16-19

 

PRESENTACIÓN

La segunda carta de San Pedro parece un discurso de despedida: "sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda" v.14.

Por eso recuerda las verdades fundamentales que han orientado su vida y anima a los demás a seguir en ese camino.

El texto que se proclama hoy es una introducción al cuerpo de la carta y que resume los principales temas: primero, "manteneos firmes en vuestra fe en Jesucristo el Hijo de Dios"; segundo, "guardaos de los falsos profetas". Y todo ello sin perder de vista aquello que constituye el horizonte de la fe: la esperanza en la vuelta del Señor.

Y para mantenerse firmes en la fe y en guardia de los falsos profetas, que sigan el testimonio de los antiguos, de aquellos que conocieron a Jesús y vivieron con él.

Si la fe es acoger a Jesucristo como Hijo de Dios, como Dios encarnado, ellos, los antiguos, especialmente Pedro, han tenido una experiencia fuerte: la Transfiguración del Señor. El escuchó la voz que decía: "Este es mi Hijo amado, mi predilecto".

Y por tanto, cuando habla de la última venida del Señor y de la voz escuchada en la montaña, no se está inventando nada, no habla de fábulas; él ha sido testigo.

Por lo tanto, que presten atención a esos testigos, que son como luz que brilla en la oscuridad, hasta que "despunte el día y el lucero nazca en vuestros corazones".

LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 1, 16-19

Esta voz del cielo la oímos nosotros

Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.

Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: "Éste es mi Hijo amado, mi predilecto."

Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada.

Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 17, 5c

 Este es m Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

 

EVANGELIO
Mateo 17, 1-9


 

PRESENTACIÓN

 Han estado Jesús y sus discípulos en Cesarea de Filipo; allí, tras la pregunta a cerca de él, Pedro ha contestado: "Tú eres el Cristo", el Mesías.

Y Jesús les dice algo que les costará entender: el Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.

Así pues, dos aspectos del mesianismo de Jesús: el sufrimiento y la gloria del Mesías.

La escena de la transfiguración está representada con elementos de la manifestación de Dios en el Sinaí: la nube que envuelve, la montaña, la majestad, la presencia de Moisés, las tiendas... y  con otras imágenes tomadas del Antiguo Testamento: las vestiduras brillantes, la presencia de Elías...

Y como en el bautismo, la voz del Padre: "Este es mi Hijo amado, escuchadlo".

Así pues, el texto nos quiere afirmar que Jesús es el Mesías glorioso del que hablaba el libro de Daniel, el "Hijo de hombre" en quien se cumple lo anunciado por la ley y los profetas, cuyos representantes son Moisés y Elías, presentes en el acontecimiento.

Pero este momento hermoso no debe hacer olvidar el sufrimiento y la muerte salvadora; por eso, poco después, cuando bajan de la montaña, les dice que el Hijo del hombre sufrirá mucho y será despreciado.

De camino, después de curar a un muchacho que tenía un "espíritu mudo", siguió con el tema de la Pasión.

La Transfiguración debía robustecer la fe de los apóstoles ante un futuro de sufrimiento y muerte que se avecinaba y que era incomprensible.

 

MATEO 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: —«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: —«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo».

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: —«Levantaos, no temáis».

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: —«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Palabra de Dios