ENGORDANDO AL CAMELLO
El dinero, el ser ricos
se ha convertido en una obsesión para muchas personas.
¿Qué tendrá para que
tantos se jueguen la vida por él?
El dinero es poder:
"Poderoso caballero es D. Dinero".
El dinero es prestigio:
"Donde hay ¨din¨, hay ¨don¨".
El dinero es para
algunos camino de la felicidad: "El dinero no da la
felicidad, pero ayuda a conseguirla.
Hay quien busca la
riqueza por medio de un trabajo honrado; es difícil ese
camino. Al final, trabajas mucho y vives poco.
Muchos buscan caminos
más cortos y rápidos. Cuántas veces el Antiguo y el
Nuevo Testamento habla de riquezas adquiridas con malas
artes, como p.e. la explotación de los pobres ("El
jornal defraudado a los obreros que han cosechado
vuestros campos está clamando contra vosotros",
escuchábamos hace dos domingos en la carta de Santiago).
Todos los días nos
hablan los medios de comunicación de grandes fortunas
hechas a base de corrupción; y sólo salen los casos más
escandalosos.
Cuántos criminales,
pues no se les puede llamar de otra manera, están
acumulando riquezas sobre cadáveres: los nuevos
traficantes de esclavos que dejan morir en medio del mar
a seres humanos, a quienes han sacado todos sus bienes y
los de su familias con promesas que saben que son
falsas; los traficantes de drogas, los traficantes de
armas, los traficantes de niños, de órganos, de
pornografías... Si sumáramos las cantidades de dinero
que se mueven en estos "negocios"...
Y otros, cegados por
las luces del dinero fácil, lo buscan a través del robo
y la delincuencia, cada día más violenta y nunca
justificada.
Aquel rico del que nos
habla el Evangelio de San Marcos, tal vez pertenecía al
primer grupo, los que han logrado las riquezas de manera
honrada. Parece un hombre bueno, preocupado por la vida
eterna, cumplidor de los mandamientos...; posiblemente,
como la gente de su tiempo, creyese que las riquezas era
fruto de la bendición de Dios, sin pensar en los medios
utilizados para conseguirlas.
Nadie le había dicho
nunca que las riquezas podrían ser un pesado lastre para
la vida eterna.
Por eso, cuando Jesús
le dice que venda lo que tiene, dé el dinero a los
pobres y le siga, no tiene fuerzas.
No entiende que si
quiere remontar vuelo, ir a la vida eterna, tiene que
aligerar la carga; que si uno no se vacía se sí mismo y
de sus cosas, Dios, la gran riqueza, no cabe.
Después, comentando con
sus discípulos, les dirá lo difícil que les es entrar en
el Reino a los que ponen su confianza en el dinero. Es
más difícil que el que un camello entre por el ojo de
una aguja.
Cuando el "tener", sean
riquezas, dinero, posesiones, propiedades,
patrimonios, poder, influencia..., se pone por
encima del "ser", del ser persona justa, honrada,
caritativa, solidaria con los más débiles, que busca un
mundo mejor, más humano, más fraterno, aunque a él le
toque tener un poco menos, se está estrechando el ojo de
la aguja y engordando al camello.
Momentánea y
externamente pueden parecer felices, porque tienen
muchas cosas y muchas personas a su servicio y a sus
órdenes, aunque es difícil, pues las preocupaciones para
mantener y aumentar lo adquirido, lo suele impedir.
Pero la felicidad de
vivir en sencillez, sin apegos, sólo la experimenta el
valiente que se decide por ella.
"Nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido", dice Pedro a Jesús.
Jesús le responderá que
recibirá cien veces más de lo dejado, con persecuciones,
"y en la edad futura vida eterna".
Cada uno que sopese y
decida.
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