PRESENTACIÓN
Muchos
se habían preguntado quién era Jesús: la gente, los
maestros de Israel, los discípulos, sus paisanos, Herodes
Antipas...
Ahora
es él quien traslada la pregunta a los suyos, a los más
cercanos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Marcos
recubre de silencio la respuesta mesiánica de Pedro:
"prohibió terminantemente decírselo a nadie"
Ya
ha preparado el terreno para lo que quiere decirles,
revelarles. El Hijo del hombre tiene que padecer, ser
condenado, ser ejecutado y volver a la vida.
Ciertamente
las palabras de Jesús golpean los oídos de los apóstoles,
tanto, que les hace revelarse contra este plan. Y Pedro, que
según la versión de Mateo, ha sido constituido Roca de la
Iglesia de Jesús, es ahora comparado con el tentador del
desierto: "Quítate de mi vista, Satanás".
No
entienden que el Plan de Salvación de Dios pasa por la
entrega total del Hijo como supremo sacrificio en el altar
de la cruz. Él se ofrece por nuestros pecados.
Pero,
vencida la muerte, resurge con fuerza la nueva vida:
"resucitar a los tres días"
Y
el camino del Maestro es, también, el de los discípulos.

Quién eres Tú para mí. De la respuesta que dé
quedará orientada mi vida.
Cuántas veces he dicho, como Pedro, que Tú eres
el Mesías; pero cuando te veo clavado en la cruz
y veo a tantos llevando sus cruces o colgados de
ellas.
Necesitamos tu cruz para poder llevar las
nuestras.
Que
no tenga miedo, que tome mi cruz y te siga.
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LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 8, 27-35
Tú
eres el Mesías. . . El Hijo del hombre
tiene que padecer mucho.
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se
dirigieron a las aldeas de Cesarea de
Felipe; por el camino, preguntó a sus
discípulos: "¿Quién dice la gente
que soy yo?" Ellos le contestaron:
"Unos, Juan Bautista; otros, Elías;
y otros, uno de los profetas." Él
les preguntó: "Y vosotros, ¿quién
decís que soy?" Pedro le contestó:
"Tú eres el Mesías." Él les
prohibió terminantemente decírselo a
nadie. Y empezó a instruirlos: "El
Hijo del hombre tiene que padecer mucho,
tiene que ser condenado por los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado
y resucitar a los tres días." Se lo
explicaba con toda claridad. Entonces
Pedro se lo llevó aparte y se puso a
increparlo. Jesús se volvió y, de cara a
los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate
de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como
los hombres, no como Dios!" Después
llamó a la gente y a sus discípulos, y
les dijo: "El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga. Mirad, el
que quiera salvar su vida la perderá;
pero el que pierda su vida por mí y por
el Evangelio la salvará."
Palabra
de Dios
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Muchos
sectores de la sociedad se van apartando de
Cristo y la Iglesia.
Quizás
entiendan que ser cristianos es vivir con un
saco pesado a las espaldas lleno de normas y
prohibiciones y prefieren dejar el saco en
el suelo para ir más ligeros. Qué poco saben
qué es ser cristianos.
Si les
preguntamos quién es Jesús para ellos, puede
que ni lo sepan o lo hayan olvidado.
Pero
también están los que un día fueron
cristianos y ahora se han convertido en
acérrimos enemigos; y los que crecieron en
familias cristianas pero, después,
influenciados por sus profesores de
instituto y universidad o por grupos
ideológicos, lo abandonaron todo y buscan,
desde los puestos del poder político y
legislativo, desde el mundo de la cultura o
los medios de comunicación, borrar todo lo
que tenga color cristiano.
No faltan
los cristianos costumbrista, culturales,
sociológicos, sacramentalistas; los
cristianos mercantilistas que le dicen a
Dios: "Te doy si me das", los utilitaristas
, que Dios les sirve en la medida que
consiguen de Él lo que quieren y a bajo
precio.
Pero Jesús
sigue hoy preguntándonos: "Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?
De nuestra
sincera respuesta depende nuestra vida.
De nuestra
fe depende nuestra vida, como nos recordaba
Santiago en la segunda lectura.
Supongo que
si estamos aquí es porque Jesús es para
nosotros, como para San Pedro, el Mesías, el
Hijo de Dios hecho hombre, el que tenía que
venir para salvar al mundo.
Jesucristo
es el centro de nuestra vida, aunque también
hoy lo veamos condenado y ejecutado; sabemos
que no queda en la muerte.
Jesucristo
es el Señor por encima de los señores de la
tierra a los que, a veces, tanto adoramos y
envidiamos. También por encima de nuestros
políticos. Hoy sobran políticos cristianos,
es decir, aquellos que primero son políticos
y, después, cristianos; aquellos que primero
se deben a la ideología y al partido y,
después, a Cristo. Y faltan cristianos en la
política, es decir, aquellos en los que lo
primero es Jesucristo y su Evangelio, que lo
viven y lo hacen presente en la sociedad.
Ante las
andanadas de esta sociedad relativista y
laicista, existe el peligro de que se
remuevan nuestros cimientos cristianos, que
nos escandalicemos, como Pedro, de un Señor
que padece y muere en la cruz, mientras los
señores de este mundo parece que triunfan. Y
es que, también nosotros, pensamos como los
hombres no como Dios.
Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?
Tú eres el
Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, nuestro
Salvador, que has entregado tu vida, como
supremo sacrificio, en el altar de la cruz,
para librarnos del pecado y de la muerte
eterna.
Tú eres el
Maestro y a ti sólo te escuchamos; creemos
en ti y seguimos tus pasos, entregando, como
Tú, la vida por los demás.
Tú eres
nuestra fuerza y nuestro alimento; te has
quedado en el Pan de la Palabra y en el pan
eucarístico.
Tú eres
nuestra meta; hacia ti caminamos, pues nos
has abierto las puertas de tu Reino.
Danos la
fuerza de ser tus testigos en el mundo,
sobre todo cuando tengamos que coger la cruz
para seguirte. |
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