PRESENTACIÓN
El encuentro de Jesús con
un rico que quiere "heredar la vida eterna", una enseñanza a
los discípulos y la respuesta a la pregunta de Pedro.
En este esquema presenta
Jesús la doctrina sobre el acceso al Reino de Dios y las
riquezas.
Mateo habla de un
interlocutor joven, pero Marcos no da ese detalle.
Tal vez el rico no tiene
conciencia de su situación ante el Reino, ante la vida
eterna, pues la riqueza era considerada como un signo de la
bendición de Dios.
Jesús tampoco le exige, en
principio, más de lo que piden los mandamientos, que no es
poco.
Es ante el deseo de algo
más, cuando Jesús le invita a la radicalidad del
seguimiento: "vende lo que tienes y dale el dinero a los
pobres".
En Marcos, posiblemente más
cercano a la idea original de Jesús, las respuestas son más
imperativas que en Mateo, que habla más en condicional: "si
quieres..."
La negativa del individuo a
dejar las riquezas da pie a la reflexión de Jesús sobre las
dificultades para entrar en el Reino de Dios de los que
"ponen su confianza en el dinero".
Esto deja asombrados a los
discípulos, pues Jesús ha invertido la idea común de los
judíos a cerca de las riquezas; y lo ha hecho con autoridad.
Que no se asusten los
discípulos: que si es difícil que un camello pase por el ojo
de una aguja, "Dios lo puede todo".
Lo más importante no es
cuánto dejas por seguir a Jesucristo; lo importante es
"dejarlo todo", poco o mucho, hacerse de los últimos. En la
"edad futura" tendrán "vida eterna" y serán los primeros.

También yo, Señor, quiero heredar la vida
eterna.
Y también he intentado vivir según tus
mandamientos.
También a mí me cuesta dejar tantas y tantas
cosas a las que tengo apegado el corazón y que
son un pesado lastre a la hora de seguirte con
alegría.
Cuando me vacíe de mí y de mis cosas, estaré
preparado para llenarme de ti y poseer la vida
para siempre.
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DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
10, 17-30
En aquel
tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le
acercó uno corriendo, se arrodilló y le
preguntó:
-
Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le
contestó:
-
¿Por qué me
llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no
cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a
tu madre.
Él replico:
-
Maestro, todo
eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le
quedó mirando con cariño y le dijo:
-
Una cosa te
falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero
a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo,
y luego sígueme.
A estas
palabras, él frunció el ceño y se marchó
pesaroso, porque era muy rico.
Jesús mirando
alrededor, dijo a sus discípulos:
-
¡Qué difícil
les va a ser a los ricos entrar en el reino de
Dios!
Los discípulos
se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió:
-
Hijos, ¡que
difícil les es entrar en el reino de Dios a los
que ponen su confianza en el dinero! Más fácil
le es a un camello pasar por el ojo de una
aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
Ellos se
espantaron y comentaban:
-
Entonces,
¿quién puede salvarse?
Jesús se les
quedo mirando y les dijo:
-
Es imposible
para los hombres, no para Dios. Dios lo puede
todo.
Pedro se puso
a decirle:
-
Ya ves que
nosotros lo hemos dejado todo y te hemos
seguido.
Jesús dijo:
-
Os aseguro que
quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre
o padre, o hijos o tierras, por mí y por el
Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien
veces más- casas y hermanos y hermanas y madres
e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la
edad futura, vida eterna.
Palabra de Dios
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EL CAMINO
DE LA FELICIDAD
Un anhelo
grabado en lo más profundo del ser humano:
ser feliz
¿Quién no
quiere ser feliz?; una felicidad acompañada
de bienestar, de paz, de alegría; una
felicidad que nazca de dentro, que nos llene
de satisfacción, que colme nuestras
expectativas; una felicidad que nos haga
decir: "vale la pena vivir".
Pero, ¿qué
camino debo tomar para llegar a la
felicidad?
Aquí es
cuando aparecen las ofertas. Muchos llevan
en la mano la pancarta que dice: "Sígueme y
serás feliz"
Todos los
caminos tienen sus seguidores; pero muchos
de esos caminos son cortos, acaban pronto.
No llegan a cubrir nuestras expectativas de
felicidad.
Es verdad
que, al principio, esos caminos son
llamativos, luminosos, atrayentes.
El camino
del dinero. Lo estamos viendo estos días:
cuántos se manchan por él, cuántos pierden
su dignidad, cuántos acuden a los instintos
más bajos del ser humano para quitarse la
competencia.
Los estamos
leyendo todos los días en la prensa y viendo
en la televisión, que llaman "del corazón".
Muchos lo tienen todo y, sin embargo, son
unos desgraciados.
Y los
poderosos, ¿realmente son felices?
¿Es que va
a ser más feliz esa persona que ha eliminado
de su seno una criatura porque le estorba y
cambia sus planes?
¿Es más
feliz el que coge el camino de la droga, del
alcohol, del sexo como diversión? Flor de
una noche y resaca.
Es verdad
que hay muchas personas que no van más allá
de lo inmediato: "Hay que pasárselo bien
hoy", "Hay que disfrutar hoy", "Hay que ser
feliz hoy". Caminos demasiado cortos; cuando
termina la felicidad, aparece la amargura.
Hay otro
tipo de personas a las que se les ve felices
de verdad: han cubierto sus expectativas, se
han realizado como personas, lo han dejado
todo por un ideal, han entregado su vida por
los demás generosa y desinteresadamente. Y
no sólo cristianos o creyentes en Dios,
también agnósticos y ateos. Han descubierto
que la felicidad está no en tener, sino en
ser y dar; no son esclavos de los caminos
cortos.
Y para
nosotros, cristianos, que creemos en
Jesucristo, Hijo de Dios, del que nos ha
revelado que es Padre, y nos da su Espíritu
Santo que vive en nosotros, ¿dónde está la
felicidad?. No puede estar fuera del Señor y
sus caminos.
El camino
del Señor vale más, decía el libro de la
sabiduría, que los "cetros y tronos", que
las "riquezas", que las "piedras preciosas",
que la "salud y la belleza". En ese camino,
dice, "me vinieron todos los bienes".
El camino
de la felicidad verdadera es el seguimiento
de Jesucristo: cumplir los mandamientos,
dejarlo todo y seguirle.
Es camino
de largo recorrido, en el que no faltan
dificultades, pero lleva a vida eterna.
El que pone
su confianza en los caminos cortos, no llega
a la verdadera meta, no alcanza la auténtica
felicidad.
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