INSTRUCCIÓN
GENERAL DEL MISAL ROMANO
Capítulo VIII
MISAS Y ORACIONES POR DIVERSAS NECESIDADES
Y MISAS DE DIFUNTOS
II. MISAS DE DIFUNTOS
379. La Iglesia ofrece por los difuntos el Sacrificio
Eucarístico de la Pascua de Cristo para que, por la comunicación
entre todos los miembros de Cristo, lo que a unos obtiene ayuda
espiritual, a otros les lleve el consuelo de la esperanza.
380. Entre las Misas de difuntos ocupa el primer lugar la Misa
Exequial, que puede celebrarse todos los días, excepto las
solemnidades de precepto, el Jueves santo, el Triduo Pascual y
los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, observando, además,
lo que hay que observar, según las normas del Derecho.[146]
381. La Misa de difuntos después de recibida la noticia de la
muerte o en la sepultura definitiva del difunto o en el día del
primer aniversario, puede celebrarse aún dentro de la Octava de
Navidad, en los días en que se celebra una memoria obligatoria o
una feria, que no sea el Miércoles de Ceniza o las ferias de
Semana Santa.
Las otras Misas de difuntos, o sea las Misas “cotidianas” pueden
celebrarse en las ferias durante el año en las que ocurren
memorias libres, o se hace el Oficio de la feria, con tal de que
realmente se apliquen por los difuntos.
382. En las Misas exequiales hágase habitualmente una breve
homilía, excluyendo cualquier género de elogio fúnebre.
383. Estimúlese a los fieles, especialmente a los familiares del
difunto, para que también participen por medio de la sagrada
Comunión en el sacrificio eucarístico ofrecido por el difunto.
384. Si la Misa Exequial está directamente unida con el rito de
las exequias, dicha la oración después de la Comunión, y omitido
el rito de conclusión, se hace el rito de la última
recomendación o despedida; éste rito solamente se celebra cuando
está presente el cadáver.
385. Al ordenar y escoger aquellas partes de la Misa por los
difuntos, especialmente de la Misa Exequial, que pueden variar
(por ejemplo, las oraciones, las lecturas, la Oración
universal), ténganse presentes, como es razonable, los motivos
pastorales respecto al difunto, a su familia y a los presentes.
Tengan además los pastores especial consideración por aquellos
que, con ocasión de las exequias, están presentes en las
celebraciones litúrgicas o escuchan el Evangelio y sean
acatólicos, o católicos que nunca o casi nunca participan en la
Eucaristía, o también que parece han perdido la fe: los
sacerdotes son ministros del Evangelio de Cristo para todos.