PALABRA DE DIOS 

 

PRIMERA LECTURA.
Levítico 13, 1-2. 44-46

* El Levítico es, fundamentalmente, un libro de leyes.
      Hoy se nos presenta la legislación sobre la lepra.
     Nos prepara a la escucha del Evangelio.

 

PRESENTACIÓN

El árido libro del Levítico está dedicado a la legislación. Abarca todos los momentos de la vida del pueblo de Dios: el sacerdocio, el culto y la vida cotidiana, con el fin de no romper la alianza con Dios.

El Levítico está escrito dentro de la corriente teológica sacerdotal, en la que los sacerdotes son los intermediarios entre Dios y el pueblo.

La primera lectura de este domingo, tomada del libro del Levítico, nos prepara a la lectura del evangelio, en el que Jesús cura a un enfermo de lepra. Las prescripciones del Levítico a cerca de la lepra estaban en vigor en tiempos de Jesús.

El leproso sufría un doble mal: el de estar enfermo y el de ser excluido de la comunidad. Además de la enfermedad, era declarado por el sacerdote impuro, no apto para el culto, y esa impureza le separaba de los demás para no contaminarlos.

Totalmente excluidos, eran como muertos vivientes y esa era la sensación que debían dar en su porte exterior: andrajosos, despeinados y gritando a los cuatro vientos su impureza.

Cuando alguien curaba, cosa rarísima, se consideraba como un milagro; lo tenía que certificar el sacerdote y después cumplir con los ritos de purificación y los sacrificios prescritos.

En tiempos de Jesús las cosas no habían cambiado; los leprosos producían la misma repulsión. Jesús hará descubrir que Dios está cercano al que sufre miserias, es decir, que es misericordioso.

 

El pecado me separa de Dios y de la comunidad.

Mientras dure el pecado, seguiré impuro y viviré en mi soledad

LECTURA DEL LIBRO DEL LEVÍTICO 13, 1-2. 44-46

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel y se le produzca la lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra, y es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.

El que haya sido declarado enfermo de lepra, andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: «¡Impuro, impuro!» Mientras le dure la lepra, seguirá impuro: vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 31

PRESENTACIÓN

El reconocimiento del pecado, obtiene su perdón. El salmo 31 es un salmo penitencial.

Se canta la felicidad del pecador que ha conseguido la reconciliación con Dios por el arrepentimiento y la confesión de sus pecados.

"¡Dichoso el que es perdonado de su culpa
y le queda cubierto su pecado!"

Castigado por Dios a causa de un pecado grave, su culpa pesaba sobre él día y noche y su corazón se alteraba "como un campo en los ardores del verano"

Pero cuando decidió confesarlo ante el Señor, se sintió aliviado, bajo su protección.

"Había pecado, lo reconocí
no te encubrí mi delito.
Propuse: "Confesaré al Señor mi culpa"
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado."

Ha experimentado en sí mismo la bondad del Señor; ahora entiende que el que le ama, acude a Él en el momento de la prueba y que, "aunque las aguas se desborden, a él no le llegarán".

Acaba el salmo con una llamada a la alegría, pues la verdadera conversión desemboca en gozo.

"Alegraos justos con el Señor
aclamadlo los de corazón sincero."

No me has dejado, Señor, en mi pecado y en mi soledad; separado de la comunidad.

Has perdonado mi culpa y mi pecado y estoy contento

SALMO 31

R/. TU ERES MI REFUGIO, 
ME RODEAS DE CANTOS DE LIBERACIÓN

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
R/. TU ERES MI REFUGIO, 
ME RODEAS DE CANTOS DE LIBERACIÓN

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
R/. TU ERES MI REFUGIO, 
ME RODEAS DE CANTOS DE LIBERACIÓN

Alegraos, justos, con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
R/. TU ERES MI REFUGIO, 
ME RODEAS DE CANTOS DE LIBERACIÓN

 

SEGUNDA LECTURA
1ª Corintios 10, 31- 11, 1

*  En el fondo del texto hay una cuestión que preocupaba mucho a los primeros cristianos: como los ídolos no son nada, ¿podemos comer la carne que se les ofrece? Se puede, pero a lo mejor no es lo más conveniente.
     Lo importante es hacerlo todo para gloria de Dios y no dar motivo de escándalo a nadie. Él mismo se pone como ejemplo a seguir.

 

PRESENTACIÓN

En la base del texto que proclamamos este domingo, hay una afirmación teológica: Ya que Dios se ha hecho hombre, ningún aspecto de la vida humana es despreciable, todas nuestras obras pueden ser dignas de Dios. Nuestros actos más cotidianos pueden ser religiosos vividos desde Dios y con Dios.

Pablo quiere salir al paso de un problema que se había dado en la comunidad a cerca de si se podían comer alimentos ofrecidos a los dioses.

Afirma claramente: "Todo es permitido, pero no todo es conveniente".

La libertad no es un permiso para hacer lo que a uno le venga en gana.

Hay un criterio: que todo se haga para la edificación de todos; que nadie busque su propio interés, sino el de los demás.

Todo hay que hacerlo "para gloria de Dios", sin dar motivos de escándalo a nadie, ni a los fuertes ni a los débiles.

Pablo se pone como ejemplo de hacer en cada momento lo que se debe. Ha pasado por muchas situaciones: judío de cultura griega que ha hecho el camino de pasar del judaísmo más radical, al cristianismo...

Ha entendido que la evangelización pasa por el respeto a cada uno en sus diferencias.

Cristo es el primero que se ha adaptado a nosotros.

 

En tus manos, Señor, pongo mi vida.

DE LA PRIMERA CARTA DE SAN PABLO A LOS CORINTIOS 10, 31-11,1

Hermanos:

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.

No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios.

Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven.

Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

 

ACLAMACIÓN
Lucas 7, 16

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo

 

EVANGELIO
Marcos 1, 40-45

* Un leproso se acerca a Jesús y se arrodilla ante él. Cree que Jesús tiene poder para curarle y se lo pide.
     Jesús le cura y el leproso tendrá que cumplir con lo que manda la Ley: presentarse a los sacerdotes y hacer los sacrificios de purificación.
     Aunque Jesús le manda que no se lo diga a nadie, él no puede y lo divulga por todas partes.

 

PRESENTACIÓN

Durante el primer viaje misionero de Jesús, en alguna parte de Galilea, fuera de Cafarnaúm, se le acerca un leproso que le pide la curación.

Hay que tener en cuenta dos cosas: una, el milagro de la curación y otra, el significado más profundo, la enseñanza que Jesús nos da.

Y esta enseñanza, que nos la da con su actitud de cercanía al leproso, que le lleva a tocarle, gesto escandaloso y audaz en su tiempo, es revelar el auténtico rostro de Dios, cercano y que no excluye a nadie.

El leproso no debería haberse acercado a Jesús y Jesús no debería haberse acercado al leproso y tocarlo. Ambos han transgredido la exclusión tradicional, pero sin esa trasgresión, no se habría producido el milagro.

El leproso, que tal vez habría oído hablar de Jesús y sus obras, pues su nombre se había extendido por la comarca, se acerca a Jesús cayendo de rodillas a sus pies, cosa que sólo se hace ante Dios, y le pide la curación.

El Mesías inauguraría una época de felicidad para todos, también para los leprosos, que "quedarán limpios".

También este milagro es el primer paso de un largo combate contra todas las exclusiones. El mismo se hace uno de los rechazados, pues, en su pasión, se rebajó más que un leproso y fue ejecutado fuera de la Ciudad Santa.

 

Tú puedes y quieres limpiarme, pues sientes lástima.

Me brotará la carne sana y todos la verán.

No me prohíbas contar tu bondad, pues no puedo quedármela para mí solo.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS  1, 40-45

En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

-Si quieres, puedes limpiarme.

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:

-Quiero: queda limpio.

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

El lo despidió, encargándole severamente:

-No se lo digas. a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.

Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra de Dios

LOS AMENAZADOS Y LOS QUE AMENAZAN

Una tentación de siempre: eliminar, quitar de en medio al que nos estorba, nos afea, nos trae problemas.

Cada día son más frecuentes las noticias de personas que contratan sicarios para eliminar a quienes consideran enemigos o estorbos.

Cada día son más los que, apoyados por leyes injustas, que promueven nuestros gobiernos, ante el embarazo no deseado, optan por la solución de eliminar a la persona más débil e indefensa del mundo. Me estorba, cambia mis planes, me produce un trauma, lo elimino y asunto cerrado,

Que estorba ese anciano, ese enfermo terminal, "vamos a tener con él piedad y misericordia para que no sufra": le adelantamos la hora de la muerte. Él descansa y los demás también.

Un grupo de jóvenes sale una noche de fiesta, se pasan en el alcohol y la droga y lo pagan esos marginados, vagabundos, que duermen en el metro, en los portales, en las cabinas de los cajeros automáticos abrigados por unos cartones; van a recibir unas palizas de muerte.

En el mundo de la política pasa lo mismo: ¿me estorbas?, ¿puedes quietarme el poder? Voy a ver cómo te quito de en medio. No importan los medios: trampas, difamación, espionaje... Al final todo vale.

En el fondo es lo mismo que la legislación de Israel sobre los leprosos, que hemos escuchado en la primera lectura: ¿Tienes la lepra? Eres un problema; por lo tanto, fuera del pueblo, a las cuevas, a vivir como un andrajoso; no te acerques a nadie y que nadie se te acerque.: un muerto en vida.

El Señor nos enseña no sólo el respeto a las personas débiles y marginadas, sino el amor hacia ellas.

El leproso, saltándose la ley, se ha acercado a Jesús, sabiendo que él le puede sacar de su situación: "Si quieres, puedes limpiarme".

Y Jesús también se ha saltado la ley; ha sentido lástima, le ha tocado y le ha dicho: "Quiero: queda limpio".

El Señor no es Señor de muerte sino de vida. Por eso la entrega en la cruz: para que tengamos vida y vida en abundancia.

Este año, en nuestra Iglesia de España, hemos comenzado un año de oración por la vida, pues está amenazada desde muchos frentes: aborto, eutanasia activa o suicidio asistido, violencia de todo tipo, guerras, terrorismo, hambre, discriminación por razón de sexo, raza o credo, abandono, soledad... ¡Cuánta situación de muerte!

Recemos al Dios de la vida por los amenazados y por los que amenazan.