PALABRA DE DIOS 

Domingo Xº

Tiempo Ordinario (c)

 

"No llores"

 


 

PRIMERA LECTURA
1 Reyes 17, 17-24

PRESENTACIÓN

En este texto del libro de los reyes, perteneciente al ciclo de Elías, se nos presenta la curación del hijo de la mujer que hospeda a elías: "la señora de la casa".

En el trasfondo de este milagro se encuentra una fuerte divergencia entre el rey Ajab y el profeta. Ajab, por influencia de su mujer, la fenicia Jezabel, está poniendo su corazón y su confianza en los baales, los dioses de los fenicios, y se está alejando del Dios de Israel.

Elías quiere demostrar que sólo el Dios de Israel, el Dios de los padres, el Dios que ha hecho de Israel su pueblo, puede sacarles de todos los males.

El milagro de la curación del niño que "ha perdido la respiración", es decir, que ha muerto, quiere demostrar el poder de Dios y , por él, de su profeta por encima de los baales.

El Dios de Israel es un Dios de vida, aunque la mujer crea en un principio que la muerte del hijo se debe a sus pecados anteriores y que Elías viene a recordárselos y a echárselos en cara.

Al final, la mujer entiende: "Ahora reconozco que eres un profeta y que la palabra del Señor que tú pronuncias, se cumple".

PRIMER LIBRO DE LOS REYES 17, 17-24

En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías:

—¿Qué tienes tú que ver conmigo?, ¿has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?

Elías respondió:

—Dame a tu hijo.

Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor:

—Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar haciendo morir a su hijo? Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor:

—Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.

El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre diciendo:

—Mira, tu hijo está vivo.

Entonces la mujer dijo a Elías:

—Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 29

PRESENTACIÓN

Una intensa y suave acción de gracias se eleva a Dios desde el corazón de quien reza, después de desvanecerse en él la pesadilla de la muerte. Este es el sentimiento que emerge con fuerza en el Salmo 29. Este himno de gratitud posee una gran fineza literaria y se basa en una serie de contrastes que expresan de manera simbólica la liberación obtenida gracias al Señor.

"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado"

De este modo, al descenso «a la fosa» se le opone la salida «del abismo» (versículo 4); a su «cólera» que «dura un instante» le sustituye «su bondad de por vida» (versículo 6); al «lloro» del atardecer le sigue el «júbilo» de la mañana (ibídem); al «luto» le sigue la «danza», al «sayal» luctuoso el «vestido de fiesta» (versículo 12).

"Señor, sacaste mi vida del abismo,
         me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa"

Pasada, por tanto, la noche de la muerte, surge la aurora del nuevo día. Por este motivo, la tradición cristiana ha visto este Salmo como un canto pascual. Lo atestigua la cita de apertura que la edición del texto litúrgico de las Vísperas toma de una gran escritor monástico del siglo IV, Juan Casiano: «Cristo da gracias al padre por su resurrección gloriosa».
 

El que ora se dirige en varias ocasiones al «Señor» --al menos ocho veces--, ya sea para anunciar que le alabará (Cf. versículos 2 y 13), ya sea para recordar el grito que le ha dirigido en tiempos de prueba (Cf. versículos 3 y 9) y su intervención liberadora (Cf. versículos 2, 3, 4, 8, 12), ya sea para invocar nuevamente su misericordia (Cf. versículo 11). En otro pasaje, el orante invita a los fieles a elevar himnos al Señor para darle gracias (Cf. versículo 5).

Las sensaciones oscilan constantemente entre el recuerdo terrible de la pesadilla pasada y la alegría de la liberación. Ciertamente, el peligro que ha quedado atrás es grave y todavía provoca escalofríos; el recuerdo del sufrimiento pasado es todavía claro y vivo; hace muy poco tiempo que se ha enjugado el llanto de los ojos. Pero ya ha salido la aurora del nuevo día; a la muerte le ha seguido la perspectiva de la vida que continúa.

El Salmo demuestra de este modo que no tenemos que rendirnos ante la oscuridad de la desesperación, cuando parece que todo está perdido. Pero tampoco hay que caer en la ilusión de salvarnos solos, por nuestras propias fuerzas. El salmista, de hecho, está tentado por la soberbia y la autosuficiencia: «Yo pensaba muy seguro: "no vacilaré jamás"» (versículo 7)

"Señor, te daré gracias por siempre"

Beato Juan Pablo II
 

(SALMO 29 )

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado,
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

 

 

SEGUNDA LECTURA
Gálatas 1, 11-19

PRESENTACIÓN

En la primera parte de esta carta Pablo hace una apología de sí mismo y de su mensaje, que probablemente habían sido denigrados por los perturbadores de la comunidad gálata. Para ello pone de relieve algunos hechos de su vida, siempre con la tesis de que su Evangelio viene directamente de Dios. Por ello subraya, unilateralmente si lo comparamos con lo que sabemos de su historia, su independencia de fuentes humanas.

El punto fundamental es su conversión. Mencionada brevemente en este pasaje, tiene una importancia decisiva para comprender la persona, obra y mensaje, de Pablo. Se trata de una experiencia personal del Resucitado, cuyo contenido es difícil de precisar, pero que se sitúa en la línea de las otras apariciones de Jesús (cfr. 1 Cor. 15, 5-8). Esta experiencia está descrita tomando rasgos de las vocaciones proféticas: gratuidad, designio de Dios independiente de los méritos propios, transformación total de la persona, impulso a comunicarlo a los demás, profundidad y totalidad de la experiencia...

Este es el punto más importante del texto. No sólo para este texto, sino en general para percibir el mensaje paulino. El cual no se basa tanto en especulaciones o estudios, sino en una vivencia de Jesús. Sólo desde ahí se le puede comprender y se puede comprender, en general, lo que es ser cristiano.

F. PASTOR

CARTA DE SAN PABLO A LOS GÁLATAS    1, 11-19

Hermanos:

Os notifico que el evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza como partidario fanático de lis tradiciones de mis antepasados.

Pero cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó a su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los Apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro Apóstol; vi solamente a Santiago, el pariente del Señor.

Palabra de Dios

 

 

ALELUYA

Un gran profeta ha surgido entre nosotros, Dios ha visitado a su pueblo.

 

 

EVANGELIO
Lucas 7, 11-17

PRESENTACIÓN

Lucas nos traslada a una ciudad llamada Naín. En categorías nuestras habría que hablar probablemente de un pequeño núcleo rural. Nos trasladamos a él siguiendo a Jesús, a quien acompañan sus discípulos y mucha gente. Llegamos a la puerta de acceso a la aldea y la narración, que hasta aquí ha sido lineal y fría, se quiebra sintáctica y emotivamente.

 El narrador no puede evitar una expresión de sorpresa ante lo inesperado: He aquí que era sacado fuera un difunto. La pluma de Lucas empieza a pormenorizar: hijo único, madre, viuda. Cada palabra que sigue ahonda en la tragedia de la anterior. Y, por último, como el coro de las tragedias griegas, gente en número abundante. Ya tenemos, pues, dos cortejos frente por frente: uno que entra, encabezado por Jesús; otro que sale, encabezado por un difunto.

"Al ver el Señor a la viuda". Observemos con atención el título que Lucas da a Jesús: Señor. Es el título con que los cristianos empezaron a designar a Jesús después de su resurrección. Es decir, Lucas presenta a Jesús como el Señor de la vida. Ahora bien, sirviéndose de este título creo que Lucas apunta a algo trascendental: dar al caso particular un valor y un alcance universales. El Señor de la vida frente por frente con el dolor y la muerte de todos y de cada uno de nosotros.

Dejamos así de ser espectadores del hecho para convertirnos en protagonistas del mismo. Tal vez radique aquí la razón última de por qué nos llegan tan hondo las palabras de Jesús a la viuda: No llores. En traducción más exacta: Deja de llorar. Es increíble lo que el tercer evangelista nos ha conseguido transmitir en apenas unas líneas. No es ninguna exageración: nos hallamos ante la más maravillosa de las verdades: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!.

A. BENITO
 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS   7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:

—No llores.

Se acercó al ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:

—¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

El muerto se incorporó y empezó a hablar y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios diciendo:

—Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Señor.