REFLEXIONES  

8- Septiembre

23º DOMINGO

TIEMPO ORDINARIO


 "

" Quien no lleve su cruz detrás de mí, 
no puede ser mi discípulo"

 

 


 

REFLEXIÓN 1

SIGUIENDO SUS HUELLAS

Necesitamos que se nos recuerde, como lo ha hecho la 1ª Lectura, tomada del libro de la sabiduría, que "nuestros pensamientos son mezquinos y nuestros razonamientos falibles".

Somos mezquinos, estrechos de miras, nuestro horizonte se acaba pronto. Nosotros, los nuestros, los que están cerca de nosotros. Los otros nos importan menos. Cuanto más lejana es la catástrofe, menos se siente.

Es difícil tener un corazón universal que se sienta hermano de todos los hombres; es difícil un amor hecho cercanía y solidaridad con los más necesitados; es difícil abrazar a todos, porque todos son "yo y los míos".

Sin embargo, este es el camino del discípulo de Jesús, el Dios hecho hombre. Porque Él, siendo Dios, se anonadó y se hizo hermano de todos; se hizo cercanía haciéndose igual a nosotros en todo menos en el pecado; fue solidario, tan solidario que cargó sobre sus hombros nuestros pecados y, clavándolos con Él en la cruz, los redimió; y nos abrazó a todos y nos hizo como Él mismo: hijos de Dios y partícipes de su misma gloria.

En la mayoría de las escuelas y centros oficiales se han quitado los crucifijos, las cruces, como se dice ordinariamente. Con todo, siguen presentes en escuelas, en lugares públicos, en las cumbres de las montañas...; hay cruces de madera, de metales preciosos, oro y plata, engarzadas de diamantes, en las coronas de los reyes...; las colgamos en las pareces, del cuello, las colocamos en lugares importantes de las casas...; algunos las cuelgan del cuello con el rosario haciendo de ella una moda, otros la exhiben en el coche...

Me parece que no son estas las cruces de las que habla Jesús; más bien habla de cruces como la suya, que era el peor suplicio que infligían los romanos a los judíos; más bien habla de seguirle, aun a riesgo de ser perseguido y condenado. Esta cruz, junto a la de Jesús, salva al mundo. Las otras son, para unos, recuerdos, para otros arte, moda, talismán...

Hace pocos domingos la palabra de Dios nos recordaba que donde esté nuestro tesoro allí estará nuestro corazón. Y cuántos corazones apegados al dinero y, junto a él, al consumo, al tener, al ser más que los demás...

Los Apóstoles, tuvieran mucho o poco, más bien poco, dejándolo todo le siguieron; Zaqueo: "Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo" (Lc 19, 8b); al joven rico: "vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme"

Nadie ha dicho que el seguimiento de Cristo es fácil; toca las fibras más sensibles de la persona: familia, sufrimiento, dinero...

Para tomar la decisión de ser un buen discípulo, hay que pensárselo: como se lo piensa el que va a construir una casa, para no dejarla a medias; como se lo piensa el rey que va a dar una batalla a otro rey, para ver si tiene soldados suficientes.

Que la decisión que hemos tomado por Jesús sea cada vez más consciente, más generosa, más confiada.

 

 

 

REFLEXIÓN  2

EL DESPRENDIMIENTO COMO CONDICIÓN PARA SEGUIR A JESÚS

Por José María Martín OSA (Betania)

1- ¿Qué hombre conoce el designio de Dios? Los sabios de todos los tiempos han buscado la verdad y el sentido de la vida. Los astrólogos han buscado en los astros el destino de los hombres. Hoy se ha puesto de moda de nuevo el ansia de descubrir el propio futuro acudiendo al horóscopo o al adivino de turno que descifra la carta astral. Sabemos que son estafadores que se aprovechan de la ingenuidad y de la falta de seguridad que sufren muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo. También en el siglo I un judío de Alejandría se pregunta ¿quién rastreará las cosas del cielo? El sabio, que utiliza el seudónimo de Salomón, llega a la conclusión de que nuestros razonamientos son falibles, que apenas conocemos las cosas terrenas. Dios es el que nos concede la auténtica sabiduría, iluminando nuestra oscuridad. Cuando descubrimos la verdad aprendemos lo que Dios quiere de nosotros y alcanzamos la felicidad (la salvación). Fue el gran anhelo de San Agustín "Señor, que yo te conozca a Ti que me conoces. Que yo te conozca como soy conocido por Ti". Encontró, después de una larga búsqueda, la verdad y, con la verdad, encontró la felicidad: "La búsqueda de Dios es la búsqueda de la felicidad. El encuentro con Dios es la felicidad misma".

2- Hay muchas dificultades que nos impiden el encuentro con Dios. Jesús nos advierte en el Evangelio de la dificultad que suponen ciertas ataduras para descubrirle y seguirle. Cierto día, el cardenal Wisseman discutía con un filósofo utilitarista sobre la excelencia de Dios. A los contundentes y clarísimos raciocinios del obispo respondía el filósofo con mucha flema: "No lo veo, yo no lo veo...". Wisseman tuvo entonces un rasgo ingenioso. Escribió en un papel la palabra "DIOS" y colocó encima una libra esterlina. El materialista inglés abrió los ojos con sorpresa. Le dice el obispo:

- ¿Qué ve usted?

- Una libra esterlina.

- ¿Nada más?

- Nada más.

Muy tranquilo entonces, Wisseman quitó la libra esterlina y dijo a su compañero:

- ¿Y ahora, qué ve usted?

- Veo "DIOS".

- ¿Qué os impedía ver a Dios?

El filósofo utilitarista se calló como un muerto.

3- El desprendimiento, condición para seguir a Jesús. En el texto original de Lucas se nos pide "odiar al padre, madre, mujer, hijos...". Se trata de una manera de hablar hebraísmo (manera de hablar): Jesús no nos predicó el odio, sino el desprendimiento. Jesús nos pide un compromiso radical con su misión, no le valen las medias tintas. Pero a los que le tienen confianza, El le devuelve cien veces más. Jesús nos deja libertad de elección y nos advierte claramente de los riesgos y dificultades que entraña la aventura de seguirle. No es una decisión que pueda ser tomada a la ligera, en un momento de euforia. Hace falta seriedad, inteligencia, un programa serio y comprometido de vida, aceptación de la cruz. Para poder decidirse hace falta hacer una opción clara por Jesús de Nazaret y con las exigencias del Reino. El texto litúrgico dice que tenemos que "posponer" muchas cosas cuando se opta por Jesucristo. Libertad, disponibilidad, amistad con Jesús, compromiso de vida, radicalidad son las condiciones para seguir a Jesús hoy y siempre. Todo ello debe hacerse con alegría y contando con la ayuda de la comunidad cristiana.

4- El proyecto de Jesús de Nazaret es utópico, pero no imposible ni fantástico. Hay que construir el edificio (la torre), calculando los gastos y todos los pormenores para asentar sólidamente nuestra decisión. Jesús es muy claro: "El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío". Hay que posponerlo todo, los bienes materiales también. hay que poner en práctica el desprendimiento para conseguir la "libertad de espíritu". El filósofo utilitarista estaba cegado por el dinero. ¿Qué es lo que te impide a ti hoy seguir a Jesús?, ¿de qué tienes que desprenderte? Debemos recuperar la utopía en el seguimiento de Jesús. La utopía despierta las aspiraciones y deseos más profundos y desencadena una serie de compromisos concretos que llenan de ilusión el corazón de una persona y dota de una fuerza impresionante. Todo nace del amor a Jesús y de la pasión por la construcción del Reino. El Papa Juan Pablo II subrayó en la "Veritatis splendor" que "seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana". El seguimiento de Jesús no se limita a la aceptación histórica de Jesús --conocimiento--, sino conlleva la identificación con su persona --amor-- y se extiende a la atención compasiva hacia los pobres y marginados --la misión--. Merece la pena seguir a Jesús. El es la fuente de la vida auténtica y de la felicidad plena.

 

 

 

REFLEXIÓN  3

FORMULACIONES EXTREMAS

Para ser cristiano, la Iglesia exige en realidad muy poco. Se bautiza a los niños recién nacidos y apenas se exige nada a sus padres; todo lo más, la asistencia a unas charlas preparatorias del acto del bautismo y un vago compromiso de actuar en cristiano educando al niño según la ley de Dios y los mandamientos de la Iglesia. Sin embargo, esto no era así al principio. Para ser discípulo, Jesús ponía unas duras condiciones, que llevaban a quien quería serlo a pensárselo seriamente. Pocos seríamos cristianos, si para ello tuviéramos que cumplir las tres condiciones que, llegado el caso, Jesús exige a sus discípulos. Y digo llegado el caso, porque estas tres formulaciones del evangelio de hoy que vamos a comentar son “formulaciones extremas”; representan la meta utópica que no debemos perder de vista, estando dispuestos a alcanzarla en el seguimiento de Jesús.

Por la primera (Si uno quiere venirse conmigo y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío), el discípulo debe estar dispuesto a subordinarlo todo a la adhesión al maestro. Si en el propósito de instaurar el reinado de Dios, evangelio y familia entran en conflicto, de modo que ésta impida la implantación de aquél, la adhesión a Jesús tiene la preferencia. Jesús y su plan de crear una sociedad alternativa al sistema mundano están por encima de los lazos de familia.

Por la segunda (Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío) no se trata de hacer sacrificios o mortificarse, que se decía antes, sino de aceptar y asumir que la adhesión a Jesús conlleva la persecución por parte de la sociedad, persecución que hay que aceptar y sobrellevar como consecuencia del seguimiento. Por eso no es necesario precipitarse, no sea que prometamos hacer más de lo que podemos cumplir. El ejemplo de la construcción de la torre que exige hacer una buena planificación para calcular los materiales de que disponemos o del rey que planea la batalla precipitadamente, sin sentarse a estudiar sus posibilidades frente al enemigo, es suficientemente ilustrativo.

La tercera condición (todo aquel de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío) nos parece excesiva. Por si fuera poco dar la preferencia absoluta al plan de Jesús y estar dispuesto a sufrir persecución por ello, Jesús exige algo que parece esta por encima de nuestras fuerzas: renunciar a todo lo que se tiene, Se trata, sin duda, de una formulación extrema que hay que entender. El discípulo debe estar dispuesto incluso a renunciar a todo lo que tiene, si esto es obstáculo para poner fin a una sociedad injusta en la que unos acaparan en sus manos los bienes de la tierra que otros necesitan para sobrevivir. El otro tiene siempre la preferencia. Lo propio deja de ser de uno, cuando otro lo necesita. Sólo desde el desprendimiento se puede hablar de justicia, sólo desde la pobreza se puede luchar contra ella. Sólo desde ahí se puede construir la nueva sociedad, el reino de Dios, erradicando la injusticia de la tierra.

Para quienes quitamos con frecuencia el aguijón al evangelio y nos gustaría que las palabras y actitudes de Jesús fuesen menos radicales, leer este texto resulta duro, pues el Maestro nazareno es tremendamente exigente.

No en vano el libro de la Sabiduría formula hoy a modo de interrogante la dificultad que tiene conocer el designio de Dios y comprender lo que Dios quiere. Será necesario para ello recibir de Dios sabiduría y Espíritu Santo desde el cielo para adecuar nuestra vida a la voluntad de Dios manifestada por Jesús. Necesitamos ciertamente esa ayuda del cielo para ir contra corriente y tener la capacidad de renuncia total que pide el evangelio y a la que debemos estar dispuestos, llegado el caso. Pero esto que en el evangelio se nos propone como exigencias radicales de Jesús hoy no es tanto el comienzo del camino, sino la meta a la que debemos aspirar, aquello a lo que debemos tender, si queremos seguir a Jesús. Tal vez no lleguemos nunca a vivir con esa radicalidad las exigencias de Jesús, pero no debemos renunciar a ello, por más que nos encontremos a años luz de esa utopía.

Pedro Claver - Sergio
(http://servicioskoinonia.org)