PALABRA DE DIOS 

 

PRIMERA LECTURA
Isaías 66, 10-14c

PRESENTACIÓN

El texto de Isaías que proclamamos este domingo pertenece a lo que se ha dado en llamar el tercer Isaías.

Recoge tradiciones y reflexiones de círculos proféticos de Israel, pertenecientes época del Destierro y posteriores, cuando vuelven de nuevo a su tierra.

Las acciones de Dios son maravillosas, aun en medio de la sencillez y pequeñez en las que se realizan.

La vuelta del Destierro se presenta como un hecho maravilloso: el desierto florecerá como un prado; en el camino, el Señor pondrá frondosos árboles para que su pueblo camine al frescor de su sombra.

La realidad fue bien distinta. Sí, el hecho maravilloso de que Dios salva a su pueblo y lo devuelve a su tierra. Pero es un pequeño resto el que vuelve; el asentamiento no está exento de dificultades; la reconstrucción del Templo y la Ciudad Santa sufren muchos retrasos...

Se dan cuenta que lo más importante no son las cosas externas, los grandes cultos; Dios se fija "en el humilde y contrito". Las intenciones del corazón, eso es lo verdaderamente importante.

¿Tardan mucho en cumplirse las palabras del Señor? 

No hay que desesperar. Hay que fijarse en los signos de vida nueva, aunque sean pequeños.

Llegarán los tiempos nuevos, la nueva Jerusalén. Los que lloraron por ella, por ella se alegrarán. Ella será madre que alimenta; será lugar de reposo y descanso; en ella el Señor acogerá a los suyos y se acabará el dolor y la tristeza; será el lugar del consuelo del Señor.

ISAÍAS 66, 10-14c

Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,

alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.

Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.

Porque así dice el Señor: "Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,

como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;

como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos."

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 65

PRESENTACIÓN

Estamos ante un himno de acción de gracias a Dios por las proezas que hizo en favor de los hombres y, en especial, de su pueblo escogido.

"Aclamad a Dios tierra entera;
tocad en honor de su nombre;
cantad himnos a su gloria"

Es también una llamada a todos los pueblos, a toda la tierra, para que vengan a ver las obras de Dios; que vengan y experimenten la bondad del Señor.

"Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios.

¿Qué proeza mayor que la realizada por el Dios Liberador a favor de su pueblo, cuando lo sacó de la tierra de la esclavitud, cruzando el mar Rojo y el río Jordán?

"Transformó el mar en tierra firme,
a pié atravesaron el río."

Y las maravillas que Dios hace en el mundo, las obras realizadas en favor de su pueblo, también las hace con cada uno de sus fieles.

"Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor."

(SALMO 65 )

Aclamad al Señor, tierra entera.

Aclamad al Señor, tierra entera; 
tocad en honor de su nombre; 
cantad himnos a su gloria; 
decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" 
R.
Aclamad al Señor, tierra entera.

Que se postre ante ti la tierra entera, 
que toquen en tu honor, 
que toquen para tu nombre. 
Venid a ver las obras de Dios, 
sus temibles proezas en favor de los hombres. 
R.
Aclamad al Señor, tierra entera.

Transformó el mar en tierra firme, 
a pie atravesaron el río. 
Alegrémonos con Dios, 
que con su poder gobierna eternamente. 
R.
Aclamad al Señor, tierra entera.

Fieles de Dios, venid a escuchar, 
os contaré lo que ha hecho conmigo. 
Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica, 
ni me retiró su favor. 
R.
Aclamad al Señor, tierra entera.

 

SEGUNDA LECTURA
Gálatas 6, 14-18

PRESENTACIÓN

Nos encontramos en el epílogo, en el saludo final, de la carta a los gálatas, escrito por el propio Pablo de puño y letra, "con letras grandes", para indicar la importancia de lo que les ha dicho anteriormente y que, en cierta manera, lo vuelve a repetir resumidamente.

¿Quién salva? La cruz de Cristo. No hay que irse tras doctrinas procedentes del mundo gentil ni del judío.

Algunos partidarios de la circuncisión han intentado ganar a los gálatas para su causa intentando que se circuncidaran y observaran la ley de Moisés. Prácticamente durante toda la carta ha ido dando respuesta a esa cuestión. Ahora vuelve a remarcar que lo que cuenta de verdad es Cristo, por quien hemos sido salvados y en el que hemos sido hechos criaturas nuevas. El verdadero Israel no es el de la carne, el de la circuncisión, sino el Israel de Dios.

Lo importante es la pertenencia a Cristo, y Pablo le pertenece de lleno. Como los antiguos soldados esclavos llevaban una marca a fuego que indicaba a quién pertenecía, Pablo lleva las marcas de su pertenencia a Cristo: las señales de los malos tratos y las persecuciones.

Terminará deseándoles que la gracia del Señor no se aparte de ellos.

GÁLATAS 6, 14-18

Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús

Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva.

La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.

En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

Palabra de Dios

 

 

 

ACLAMACIÓN
 (Colosenses 3, 15a. 16a)

      Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.

 

EVANGELIO
Lucas 10, 1-12. 17-20

PRESENTACIÓN

Jesús sigue camino de Jerusalén.

Envía a setenta y dos para que preparen el camino y anuncien su inminente llegada, antes, en Galilea, había mandado a los doce.

No denomina San Lucas a los setenta y dos "discípulos"; los manda de dos en dos, tal vez por la noción de testimonio. Según el derecho judío, para la validez de un testimonio, se necesitaba la declaración de, al menos, dos testigos.

Quizás treinta y seis parejas son pocas para la cantidad de sitios que Jesús quiere visitar. También se puede pensar en la universalidad de la misión: los doce, Israel, los setenta y dos, el conjunto de las naciones. El caso es que la mies es abundante y los obreros pocos.

La misión no es fácil, pero no puede dejarse. En las palabras de Jesús resuena, por una parte, la dificultad: "como corderos en medio de lobos" y por otra, la urgencia: no hay tiempo de instalarse, hay que sacudirse los lastres: talegas, alforjas, sandalias... y evitar las distracciones, aun los saludos

Ellos llevan la paz de Cristo y, a quienes les reciban, se les comunicará esa paz . Quienes no les reciban, se verán privados de la auténtica paz.

No están los enviados a su propio servicio, buscando sus comodidades, instalándose cómodamente y con intención de permanencia en el lugar. Están al servicio del Reino

Un Reino que está presente en Jesús y que es para todos, aun para los que no lo acogen.

Han cumplido la tarea, están satisfechos y contentos. Pero lo realmente importante es que sus nombres están inscritos en el cielo.

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 1-12. 17-20

Descansará sobre ellos vuestra paz

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre."

Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado

potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo."

Palabra del Señor.