REFLEXIONES  

 

REFLEXIÓN - 1

LA MEJOR NOTICIA

Si en una encuesta de las que hacen por la calle les dijéramos a las personas que nos hicieran una lista de lo que, para ellas, fueran buenas noticias, muchos hablarían de paz mundial, de la desaparición de la pobreza, de la consecución de un mundo justo..., en resumen, de los grandes anhelos de la humanidad.

Pero también estarían los que entenderían como las mejores noticias, el que les hubiera tocado la lotería, el encontrar un trabajo en el que se gane mucho con poco esfuerzo, que no falte la salud, el dinero, el amor...

En esa lista de buenas noticias, ¿qué lugar ocuparía la llegada del Reino de Dios?

¿Y qué es el Reino de Dios?, ¿para qué sirve?, se preguntarían muchos.

Sin embargo, Jesús, manda a 72 mensajeros a anunciar la cercanía del Reino de Dios.

También, hoy, debemos anunciar que el Dios Amor está en medio de nosotros; que, en Jesús, Dios ha plantado su tienda a nuestro lado; que la verdadera felicidad no está en que me den, sino en "darme"; que el egoísmo, la ambición, el ansia de tener y de poder, el hacer en cada momento lo que me dé la gana..., no llevan a la plena realización de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios.

La tarea de echar la semilla del Reino por todo el mundo, necesita de muchos obreros; pero en la realidad hay muy pocos.

La tarea de anunciar el Reino de Dios y denunciar todo aquello que separa de él, es arriesgada. Algunos verán peligrar sus intereses y nos perseguirán. Jesús nos envía "como corderos en medio de lobos".

La tarea es urgente, no hay tiempo de preparativos: talegas alforjas sandalias... Hay que ponerse en camino.

Todos los cristianos estamos al servicio del Reino de Dios y no al nuestro, por eso no hay que asentarse, ni acomodarse; no hay que ir con exigencias.

Se da la Buena Noticia a todos, al que la quiere escuchar y al que no. Cada uno dará cuenta de cómo la acoge.

Esta es la misión de la Iglesia, cuerpo de Cristo y de todos sus miembros: anunciar con hechos y palabras que el Reino de Dios ha llegado a nosotros en Jesucristo.

Y nuestro orgullo debe estar en saber que, si hemos cumplido con la tarea encomendada, nuestros nombres están inscritos en el cielo.

 

 

REFLEXIÓN - 2

"SILENCIO VACACIONES"

Pide Jesús a sus discípulos que pasen por los pueblos y lugares contagiando paz. Tarea nada fácil, pues sólo quien la posee en su corazón puede comunicarla de verdad. Las vacaciones son, sin duda, momento privilegiado para reconstruir esa paz interior, a veces, tan maltrecha. He aquí algunas sugerencias para quien quiera descansar de una manera diferente.

Experimentar el silencio. Tal vez sea bueno olvidarnos por unos días de la TV y la radio. Nuestro espíritu lo agradecerá. Mejor todavía si sabemos encontrar de vez en cuando algún rincón tranquilo (la sombra de un bosque, la orilla de un río, la paz de una ermita...) para «estar en silencio», sin prisas.

El silencio nos revelará muchas cosas. Descubriremos nuestra agitación interior y nuestras tensiones. Sentiremos la necesidad de vivir de otra manera. El silencio relajado es siempre fuerza transformadora y fuente de paz.

Sentir nuestro cuerpo. La mayor parte del tiempo vivimos «en nuestra cabeza», olvidados absolutamente de nuestro cuerpo, crispado y tenso por las mil preocupaciones de cada día.

Hagamos una experiencia nueva al menos durante unos días: sentir nuestro cuerpo, respirar conscientemente y con calma, tomar conciencia de las diversas sensaciones, sentarnos de manera relajada, pasear sintiendo nuestro caminar. Descubriremos con más fuerza la alegría de sentirnos vivos.

Gustar la vida. Por lo general, tendemos a acumular en nuestro interior las experiencias negativas, sin detenernos ante lo bueno y bello de la vida.

¿Por qué no dedicar unos días a vivir más despacio, gustando las cosas pequeñas y saboreando agradecidos tantos placeres sencillos que ofrece el vivir diario? Quedaremos sorprendidos de todo lo que se nos regala de manera constante.

Aprender a mirar. Casi siempre corremos por el mundo sin captar apenas la vida que llena el cosmos y sin abrirnos al misterio que nos envuelve.

Es bueno tomarse tiempo para aprender a mirar el entorno más despacio y con más hondura. No se trata de afinar los sentidos, sino de captar la vida que palpita dentro de las personas, los seres y las cosas, y escuchar su eco en nosotros.

Sanar los recuerdos dolorosos. Para recuperar la paz es necesario curar las heridas que nos hacen sufrir interiormente. Liberarnos de los recuerdos dolorosos del pasado y de las amenazas del futuro.

Es un verdadero arte vivir plenamente el momento presente, aquí y ahora. El creyente lo aprende desde la fe: el pasado pertenece a la misericordia de Dios; el futuro queda confiado a su bondad.

JOSE ANTONIO PAGOLA

(mercabá)

 

 

 

REFLEXIÓN - 3

"ELEGIR, ENVIAR, ANUNCIAR"

Jesús elige un grupo de setenta y dos, símbolo del nuevo pueblo de Dios, para que prepare la venida del Reinado de Dios. Es un grupo de discípulos que, al igual que los doce apóstoles, anuncia la buena nueva a todos los pueblos.

Los setenta y dos, para ser comunidad misionera, han pasado por un proceso de selección. Jesús les ha planteado las exigencias del seguimiento (Lc 9, 57-61): romper con la búsqueda de comodidades y beneficios, con el círculo familiar, con las ocultas prioridades individuales. "Después de esto" los envía a preparar el camino por donde él pasará. Las palabras que les dirige ponen en evidencia las condiciones: la misión no es un cometido fácil, deben dedicarse completamente a ella y adaptarse a sus difíciles circunstancias. Las necesidades del pueblo exceden con creces las posibilidades de la comunidad y el éxito de la misión no depende únicamente de su esfuerzo humano. Deben apoyarse en Dios para que el número de evangelizadores crezca y puedan responder a la tarea encomendada. Así, se lanzan a la evangelización con una actitud humilde y confiada en la eficacia del Señor y no en los méritos propios.

Esta comunidad enfrenta numerosas dificultades en el cumplimiento de su tarea debido a que su programa de vida choca radicalmente con los valores dominantes en la sociedad. El discípulo ha roto con las seguridades económicas. Éstas podrían atarlo e impedirle concentrarse en su tarea. Debe renunciar a toda forma de imposición y manipulación para alcanzar sus objetivos. Ante la inminencia de la irrupción del Reino no debe entretenerse con nimiedades ni aplazar el servicio misionero de la Palabra. Debe, a la vez, insertarse en las condiciones de los evangelizados, de modo que no sea una carga: comiendo, bebiendo y trabajando como ellos. El enviado, también, asume una actitud terapéutica al procurar la salud de los enfermos y la dignificación de los marginados.

El anuncio de los misioneros se concentra en la llegada del Reino. Con Jesús y su comunidad de discípulos se hace efectivo el Reino en medio de la humanidad. El Reino de Dios, esperado por tantos siglos, irrumpe de la mano de un hombre que manifiesta la misericordia de Dios. El Reino de Dios, a la vez que causa conflictos, por cuanto pone en evidencia las intenciones humanas, destaca lo mejor del ser humano: su capacidad para solidarizarse con los más necesitados.

Con la misión de la comunidad de discípulos, el pueblo toma consciencia de la acción de Dios por medio de unos humildes seres humanos. Ellos no brindan grandes recursos económicos o espectáculos. Ofrecen sus vidas para hacerse solidarios de los enfermos y los más necesitados. Buscan a las personas de buena voluntad para anunciarles la irrupción del Reino de Dios en Jesús. Quien es capaz de reconocer a Jesús en los misioneros, acoge a Dios mismo.

Este pasaje es muy significativo para nosotros. Jesús no envía a unas pocas personas a evangelizar. Encarga esta tarea a una comunidad de discípulos que bajo el símbolo de los setenta y dos, representan a la totalidad del pueblo cristiano. Jesús aspiraba a que toda la comunidad de discípulos se comprometiera en el anuncio del Reino. Desafortunadamente, en la actualidad la mayor parte de los cristianos no nos sentimos discípulos ni hacemos parte de una comunidad. Somos, muchas veces, cristianos solitarios que no comunicamos nuestra fe y no vivimos en solidaridad con el prójimo necesitado. Y, lo peor, no nos sentimos misioneros. Somos discípulos de Jesús que no asentimos a su enseñanza.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO

(mercaba)