LA
MEJOR NOTICIASi
en una encuesta de las que hacen por la calle les
dijéramos a las personas que nos hicieran una lista de
lo que, para ellas, fueran buenas noticias, muchos
hablarían de paz mundial, de la desaparición de la
pobreza, de la consecución de un mundo justo..., en
resumen, de los grandes anhelos de la humanidad.
Pero
también estarían los que entenderían como las mejores
noticias, el que les hubiera tocado la lotería, el
encontrar un trabajo en el que se gane mucho con poco
esfuerzo, que no falte la salud, el dinero, el amor...
En
esa lista de buenas noticias, ¿qué lugar ocuparía la
llegada del Reino de Dios?
¿Y
qué es el Reino de Dios?, ¿para qué sirve?, se
preguntarían muchos.
Sin
embargo, Jesús, manda a 72 mensajeros a anunciar la
cercanía del Reino de Dios.
También,
hoy, debemos anunciar que el Dios Amor está en medio de
nosotros; que, en Jesús, Dios ha plantado su tienda a
nuestro lado; que la verdadera felicidad no está en que
me den, sino en "darme"; que el egoísmo, la
ambición, el ansia de tener y de poder, el hacer en
cada momento lo que me dé la gana..., no llevan a la
plena realización de la persona, creada a imagen y
semejanza de Dios.
La
tarea de echar la semilla del Reino por todo el mundo,
necesita de muchos obreros; pero en la realidad hay muy
pocos.
La
tarea de anunciar el Reino de Dios y denunciar todo
aquello que separa de él, es arriesgada. Algunos verán
peligrar sus intereses y nos perseguirán. Jesús nos
envía "como corderos en medio de lobos".
La
tarea es urgente, no hay tiempo de preparativos: talegas
alforjas sandalias... Hay que ponerse en camino.
Todos
los cristianos estamos al servicio del Reino de Dios y
no al nuestro, por eso no hay que asentarse, ni
acomodarse; no hay que ir con exigencias.
Se
da la Buena Noticia a todos, al que la quiere escuchar y
al que no. Cada uno dará cuenta de cómo la acoge.
Esta
es la misión de la Iglesia, cuerpo de Cristo y de todos
sus miembros: anunciar con hechos y palabras que el
Reino de Dios ha llegado a nosotros en Jesucristo.
Y
nuestro orgullo debe estar en saber que, si hemos
cumplido con la tarea encomendada, nuestros nombres
están inscritos en el cielo.