PRESENTACIÓN
Nos
encontramos con un salmo de súplica.
El
salmista está pasando por una situación muy difícil y
sufre intensamente: un sufrimiento horrible, injusto,
por causa de Dios
"Dios
mío, sálvame, que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer
pie;
me he adentrado en aguas hondas, me arrastra la
corriente"
"Más
que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin
razón;
más duros que mis huesos los que me atacan
injustamente.
"Por
ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.
El
salmista se dirige a Dios y ora
"Mi
oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude."
Como
el malherido del Evangelio, también él espera que
alguien le ayude, le limpie las heridas, le lleve a un
lugar seguro para su curación. Y ese
"alguien", ese prójimo que espera, es el
propio Dios.
"Yo
soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Y
Dios se ha hecho su prójimo, se ha acercado a él. Los
temores desaparecen y todo vuelve a la vida. El Señor
es fiel y no abandona a los suyos.
"Miradlo
los humildes y alegraos
buscad al Señor y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos."
Al
final del salmo, la salvación de Dios se amplía. No
sólo a él, el Señor salvará a su pueblo, a su
tierra, por generaciones. Sólo hace falta amarle.
"El
Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella."
(SALMO 68 )
Humildes,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
Mi
oración se dirige a ti, Dios mío, el día
de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu
gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.
R. Humildes,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
Yo soy
un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con
cantos,
proclamaré su grandeza con acción de
gracias.
R. Humildes,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
Miradlo,
los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
R. Humildes,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
El Señor
salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en
ella.
R. Humildes,
buscad al Señor, y revivirá vuestro
corazón.
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