PRESENTACIÓN
El
salmo es un himno de acción de gracias. Algún autor ve
en él la acción de gracias de un rey que vuelve
victorioso de la batalla, que ha sido más dura de lo
esperado.
Comienza
con un canto personal del orante. De fondo, Dios y sus
ángeles y la asamblea del Templo.
"Te
doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario."
En
un segundo momento, el salmista presenta los motivos de
su agradecimiento: ante todo, la misericordia de Dios y
su fidelidad, porque siempre va más allá de lo que uno
merece, porque, con su ayuda, ha sido fuerte frente a
los enemigos.
"Daré
gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama.
Cuando te invoqué me escuchaste,
acreciste el valor de mi alma."
El
salmista sabe, como nosotros, que el Señor nunca
abandona, que extenderá su mano y le protegerá. El
débil, el pobre y el humilde tienen en él su
protector.
"El
Señor es sublime y se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida,
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo."
(SALMO 137 )
Cuando
te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para
ti,
me postraré hacia tu santuario.
R. Cuando
te invoqué, Señor, me escuchaste.
Daré
gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
R. Cuando
te invoqué, Señor, me escuchaste.
El Señor
es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas
la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi
enemigo.
R. Cuando
te invoqué, Señor, me escuchaste.
Y tu
derecha me salva.
El Señor completará sus favores
conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
R. Cuando
te invoqué, Señor, me escuchaste.
|
|