¿CUANTOS? - ¿QUIÉNES?Cuántas
veces se compara en la Biblia el Reino de Dios con un
banquete o con una fiesta de bodas. En el evangelio que
proclamamos hoy, el salón es grande, pero la puerta es
estrecha.
Cuando
muchos quieren entrar en un lugar y las puertas son
estrechas, cuántas aglomeraciones, cuántos empujones,
cuánto esfuerzo para entrar los primeros.
A
Jesús le preguntan a cerca de cuántos se van a salvar:
¿muchos?, ¿pocos?
Jesús,
con la parábola del salón de la puerta estrecha va a
hablar a cerca de "quiénes" se van a salvar,
quiénes van a entrar en el salón.
Algunos
se creen con derechos: pertenecen al pueblo elegido, el
Mesías es paisano suyo, han estado con él en las
fiestas, hasta algunos han escuchado su palabra. No les
hace falta nada más. Ellos ya tienen la entrada para el
salón, no necesitan esforzarse, interesarse, acercarse
a la puerta. Cuando lleguen les dirán: "Vosotros,
pasad".
También
muchos cristianos piensan así. Son cristianos de
siempre; de pequeños recibieron los sacramentos y
"cumplen" rutinariamente "porque así les
enseñaron". Son católicos de toda la vida. Se
creen con derechos. Sólo faltaba, dicen, que, después
de ir a misa todos los días, rezar el rosario entero y
hacer un montón de sacrificios para vivir según los
mandamientos, sea igual que ese que se ha pasado la vida
de juergas y pecados y, a última hora, se arrepiente.
Qué
chasco cuando lleguen a la puerta y se les diga:
"no sé quiénes sois".
Han
hecho cosas buenas, pero no han hecho una opción
personal por seguir a Jesucristo y vivir según el
Evangelio. Viven su fe como una cultura ambiental, no
como algo decidido personalmente. No se han encontrado
personalmente con el Señor.
Así,
pues, no se trata de la cantidad de cosas buenas que
hacemos sino de quién las motiva y les da sentido. Las
hacemos por hacer, porque siempre se han hecho así,
porque así nos enseñaron que debíamos obrar..., nos
quedamos muy cortos, no nos hemos acercado a Jesús;
puede decirnos: "no sé quiénes sois". Las
hacemos como respuesta al amor de aquel que nos ha amado
primero, Jesús, como forma de seguir sus huellas y
vivir el Evangelio, como manera de estar unido a
él...somos de los esforzados que entrarán en el
salón.
Un
salón, el Reino de Dios, en el que caben todos, aunque
la puerta de entrada sea estrecha. Algunos no creyentes
en Cristo, nos pueden adelantar porque han vivido con
sinceridad y buscado la verdad; porque Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad.
No nos creamos con derechos adquiridos y no se nos dirá
al día de la verdad: "No sé quiénes sois". Esforcémonos
en seguir a Cristo, en vivir desde él procurando que
crezca en nosotros. Y, por muy estrecha que sea la
puerta de entrada, se nos acogerá en la sala del Reino
de Dios, y nos sentaremos en la mesa con el Señor.