REFLEXIONES  

 

REFLEXIÓN - 1

¿CUANTOS? - ¿QUIÉNES?

Cuántas veces se compara en la Biblia el Reino de Dios con un banquete o con una fiesta de bodas. En el evangelio que proclamamos hoy, el salón es grande, pero la puerta es estrecha.

Cuando muchos quieren entrar en un lugar y las puertas son estrechas, cuántas aglomeraciones, cuántos empujones, cuánto esfuerzo para entrar los primeros.

A Jesús le preguntan a cerca de cuántos se van a salvar: ¿muchos?, ¿pocos?

Jesús, con la parábola del salón de la puerta estrecha va a hablar a cerca de "quiénes" se van a salvar, quiénes van a entrar en el salón.

Algunos se creen con derechos: pertenecen al pueblo elegido, el Mesías es paisano suyo, han estado con él en las fiestas, hasta algunos han escuchado su palabra. No les hace falta nada más. Ellos ya tienen la entrada para el salón, no necesitan esforzarse, interesarse, acercarse a la puerta. Cuando lleguen les dirán: "Vosotros, pasad".

También muchos cristianos piensan así. Son cristianos de siempre; de pequeños recibieron los sacramentos y "cumplen" rutinariamente "porque así les enseñaron". Son católicos de toda la vida. Se creen con derechos. Sólo faltaba, dicen, que, después de ir a misa todos los días, rezar el rosario entero y hacer un montón de sacrificios para vivir según los mandamientos, sea igual que ese que se ha pasado la vida de juergas y pecados y, a última hora, se arrepiente.

Qué chasco cuando lleguen a la puerta y se les diga: "no sé quiénes sois".

Han hecho cosas buenas, pero no han hecho una opción personal por seguir a Jesucristo y vivir según el Evangelio. Viven su fe como una cultura ambiental, no como algo decidido personalmente. No se han encontrado personalmente con el Señor.

Así, pues, no se trata de la cantidad de cosas buenas que hacemos sino de quién las motiva y les da sentido. Las hacemos por hacer, porque siempre se han hecho así, porque así nos enseñaron que debíamos obrar..., nos quedamos muy cortos, no nos hemos acercado a Jesús; puede decirnos: "no sé quiénes sois". Las hacemos como respuesta al amor de aquel que nos ha amado primero, Jesús, como forma de seguir sus huellas y vivir el Evangelio, como manera de estar unido a él...somos de los esforzados que entrarán en el salón.

Un salón, el Reino de Dios, en el que caben todos, aunque la puerta de entrada sea estrecha. Algunos no creyentes en Cristo, nos pueden adelantar porque han vivido con sinceridad y buscado la verdad; porque Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

No nos creamos con derechos adquiridos y no se nos dirá al día de la verdad: "No sé quiénes sois". Esforcémonos en seguir a Cristo, en vivir desde él procurando que crezca en nosotros. Y, por muy estrecha que sea la puerta de entrada, se nos acogerá en la sala del Reino de Dios, y nos sentaremos en la mesa con el Señor.

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

LA PUERTA ESTRECHA

Hay frases en el evangelio que nos resultan tan duras y molestas que, casi inconscientemente, las encerramos en un cómodo paréntesis y las olvidamos para no sentirnos demasiado interpelados.

Una de ellas es, sin duda, ésta que escuchamos hoy de labios de Jesús: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha».

Estamos caminando hacia una sociedad más tolerante y permisiva. Y esto que, sin duda, tiene aspectos grandemente válidos y enriquecedores, está provocando lo que algunos llaman «involución moral».

Muchos comportamientos éticamente reprobables que antes permanecían en la esfera de lo privado, son aireados y exhibidos públicamente.

Por otra parte, está imponiéndose en determinadas áreas, una permisividad jurídica cada vez mayor (infidelidad matrimonial, aborto...). Y, naturalmente, cuando la ley civil es suavizada o se hace más tolerante, se produce un «vacío moral» en aquellos que han tomado erróneamente la ley civil como guía de su conducta.

Pero, la crisis moral tiene raíces más profundas. La sociedad actual está haciendo nacer un tipo de «hombre amoral».

Esta sociedad de consumo ataca el núcleo moral de la persona y lo desmoraliza, colocando en primer término el valor de las cosas y empobreciendo el espíritu humano de las personas.

Se toman en serio las banalidades y se pierde de vista lo profundo. El hombre se afana por demasiadas cosas y se le escapa el alma. «Es difícil en verdad que en el hombre-masa crezcan los valores éticos» (·López-Ibor).

La competencia se transforma en agresividad. Las relaciones humanas se desintegran. La producción se reduce a la búsqueda implacable de lucro. El amor se degrada y la sexualidad se convierte en un producto más de consumo.

Pero, precisamente en esta sociedad, hay hombres y mujeres que están descubriendo que es necesario entrar por la «puerta estrecha», que no es un moralismo raquítico y sin horizontes, sino un comportamiento lúcido y responsable.

La puerta por la que entran los que se esfuerzan por vivir fielmente el amor, los que viven al servicio del hermano y no tras la posesión de las cosas, los que saben vivir con sentido de solidaridad y no desencadenando agresividad y violencia.

JOSÉ ANTONIO PAGOLA

 

 

REFLEXIÓN - 3

LA PUERTA ESTRECHA DEL REINO

1. A una pregunta de los discípulos sobre el número de los que se salvan, Jesús  responde sobre el cómo de la salvación, sobre el esfuerzo que requiere. La «puerta  estrecha» es imagen de la entrada en el reino, que se traduce en la opción por Jesús y por  su evangelio. «Esforzarse» es poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

2. La puerta se cierra cuando se rechaza la conversión. No basta con haber pertenecido  al pueblo de Dios por la circuncisión, o incluso por el bautismo, si no se han tenido entrañas  de caridad. Tampoco basta con haber enseñado o hablado si la palabra no ha ido  acompañada de un testimonio coherente, o compromiso. Es imprescindible una aceptación  práctica de Jesús, una fidelidad a su mensaje traducida en obras.

3. Dios rechaza a los judíos circuncisos y a los bautizados que no son fieles, mientras  que admite a los paganos que lo buscan y lo encuentran. Los cuatro puntos cardinales a  que alude el evangelio se refieren a los que viven en la marginación, en el Tercer Mundo,  en los rincones olvidados del universo... Por eso termina este pasaje de Lucas con una  sentencia desconcertante respecto de los primeros y los últimos. Los impenitentes serán  rechazados, y los que han tenido una actitud profética por la justicia serán admitidos.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Nos esforzamos en ser cristianos? 

¿En qué se nota? 

CASIANO FLORISTAN