PALABRA DE DIOS 

 

PRIMERA LECTURA
Éxodo 32, 7-11. 13-14

PRESENTACIÓN

Junto con el Evangelio, el tema central de esta primera lectura es la misericordia de Dios.

El pueblo de Israel, que ha salido de Egipto camino del desierto, está a los pies del monte del Señor, el Sinaí.

Moisés ha subido a la montaña a encontrarse con Yhavhé y está tardando demasiado en bajar.

El pueblo se impacienta porque no sabe lo que le ha pasado a su jefe y guía. Necesitan de alguien en quien poner su confianza para seguir adelante.

Quieren tener a su Dios con ellos y se fabrican un becerro de oro, como los que han visto en Egipto. Él será su dios y su guía, en él pondrán su confianza.

A la primera le han fallado a Yhavhé, que los acaba de sacar de Egipto. Como no lo ven ni lo tocan, han perdido la confianza en sus palabras, entregadas a Moisés. No tendrás otros dioses, no te harás imágenes de Dios. Y ahí están, adorando a una imagen de oro y plata.

El Señor se irrita ante esa conducta y piensa aniquilar al pueblo comenzando de cero, haciendo de Moisés como un nuevo Abraham.

Moisés intercede por los suyos apoyándose en tres argumentos: 1.- ¿Sacar al pueblo de Egipto para aniquilarlo en medio del desierto?, 2.- ¿Qué van a decir los egipcios del Dios de los hebreos que los abandona a su suerte al primer problema? y, sobre todo, 3.- ¿Dónde quedan las promesas hechas a los padres? Dios tiene que llevar a cabo su compromiso con Abraham, Isaac y Jacob: un pueblo numeroso y una tierra.

Moisés es duro y exigente con su pueblo cuando es necesario; pero, ante todo, Moisés ama a los suyos y los defiende ante Dios, sin pensar en sí mismo ni en la halagadora oferta de Yhavhé.

"Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo" (v14).

ÉXODO 32, 7-11. 13-14

El Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: "Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.""

Y el Señor añadió a Moisés: "Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo."

Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: "¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.""

Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 50

PRESENTACIÓN

En la introducción al salmo 50, vv 1 y 2, se dice: "Salmo de David cuando el profeta Natán lo visitó después de haber pecado aquel con Betsabé.

Este salmo penitencial se encuadra dentro de la tradición profética.

Dios manifiesta su bondad y su misericordia mediante el perdón.

El salmista, consciente de su culpabilidad, acude a la bondad del Señor, con la confianza de que será escuchado.

"Misericordia, Dios mío, por tu bondad
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado."

Después de describir en los versículos anteriores la prisión oscura de la culpa ("mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre"), el salmista se abre a la región luminosa de la gracia. Un cambio comparable a una nueva creación, en la que el espíritu del Señor dio la vida.

"Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu."

El salmo termina abierto a la esperanza. Sabiéndose perdonado, el salmista proclama a los cuatro vientos la bondad del Señor y le ofrece el mejor sacrificio que puede darle: un espíritu quebrantado, un corazón nuevo; más aceptable que el incienso perfumado o que los holocaustos que se ofrecen sobre el altar.

"Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza:
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias."

 

(SALMO 50 )

Me pondré en camino adonde esta mi padre.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, 
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. 
R.
Me pondré en camino adonde esta mi padre.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, 
renuévame por dentro con espíritu firme; 
no me arrojes lejos de tu rostro, 
no me quites tu santo espíritu. 
R.
Me pondré en camino adonde esta mi padre.

Señor, me abrirás los labios, 
y mi boca proclamará tu alabanza. 
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; 
un corazón quebrantado y humillado, 
tú no lo desprecias. 
R.
Me pondré en camino adonde esta mi padre.

 

SEGUNDA LECTURA
Primera carta a Timoteo 1, 12-17

PRESENTACIÓN

San Pablo, que está en Éfeso y va a emprender un viaje a Macedonia, deja a Timoteo al frente de la comunidad.

Le escribe esta carta para que sepa cómo ha de proceder, ya que hay algunos problemas por parte de miembros de la comunidad que enseñan doctrinas diferentes a las de Pablo.

La carta es un breve tratado de organización eclesiástica.

Comienza la carta denominándose, como le gusta hacer, "apóstol del Mesías Jesús, por disposición de Dios nuestro salvador, y de Jesús el Mesías, nuestra esperanza".

Ya en el versículo 12, con el que comenzamos la lectura de hoy, vuelve a dar gracias al "Mesías Jesús Señor nuestro" porque se ha fiado de él y lo ha llamado a su servicio.

Recuerda en este punto su pasado judío, que no le ha impedido al Señor elegirle y llamarle: "antes un blasfemo, perseguidor e insolente"; pero era así, dice,  porque no se había encontrado con Cristo y no creía en él.

Con esta confesión de su pasado y de sus pecados, Pablo, no quiere hacer un alarde de humildad y abajamiento, sino resaltar la misericordia que Dios tuvo con él dándole la fe y el amor cristiano.

La misericordia de Dios debe ser fuente de esperanza y confianza para todos los pecadores, como lo ha sido para él, pecador como el primero.

Pablo, dice él, ha sido un ejemplo de la paciencia de Dios, para ánimo de los que en el futuro vendrán a la fe. También los pecadores están llamados a la vida eterna.

PRIMERA CARTA A TIMOTEO 1, 12-17

Cristo vino para salvar a los pecadores

Querido hermano:

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio.

Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente.

Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía.

El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero.

Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que crearán en él y tendrán vida eterna.

Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
(2Cor 5, 19)

    Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación .

 

EVANGELIO
Lucas 15, 1-32

PRESENTACIÓN

No estaban muy conformes los escribas y fariseos con la acogida que Jesús dispensaba a los publicanos y pecadores.

Jesús expone su punto de vista a través de tres parábolas: las parábolas de la misericordia de Dios.

Cualquier persona se alegra cuando encuentra aquello de gran valor que ha perdido. Y, lógicamente, cuando lo encuentra lo comunica con alegría a los suyos.

Si así se comportan los humanos, cuánto más se alegrará Dios del pecador que vuelve.

Los fariseos y letrados piensan que Dios no quiere tratos con los pecadores. Jesús les va a hablar de la alegría desbordante de Dios.

Las dos primeras parábolas nos hablan de una oveja que se pierde y noventa y nueve que están a buen recaudo: el pastor deja las noventa y nueve y va en busca de la oveja perdida y, cuando la encuentra, la carga a los hombros muy contento. La segunda parábola habla de l mujer que tiene diez monedas y pierde una: da vuelta a la casa hasta que la encuentra; muy contenta se lo cuenta a las vecinas.

La tercera parábola habla de un padre que tiene dos hijos y se le marcha uno a tierras lejanas. Ya lo tiene por perdido cuando un día vuelve. Qué alegría la de aquel padre: lo vuelve a considerar como hijo y le organiza una gran fiesta.

"Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierta" (v 10)

En la tercera parábola se presenta a un hijo mayor que rechaza la conducta del padre para con el hijo que marchó. Jesús está haciendo referencia a los escribas y fariseos a los que Jesús llama también a la fiesta de la reconciliación.

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 15, 1-32

Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."

Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido."

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:

¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido."

Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."

También les dijo: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse

el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."

Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo:

"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."

Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

Y empezaron el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.

Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."

Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."

El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""

Palabra del Señor.