LA
IGLESIA VIVE DE LA
EUCARISTÍA
CARTA ENCÍCLICA
ECCLESIA DE EUCHARISTIA
DEL SUMO PONTÍFICE
SAN JUAN PABLO II
A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A TODOS LOS FIELES LAICOS
SOBRE LA EUCARISTÍA
EN SU RELACIÓN CON LA IGLESIA
CAPÍTULO IV
EUCARISTÍA
Y COMUNIÓN ECLESIAL
46. En la Encíclica Ut
unum sint, yo mismo he manifestado aprecio por esta
normativa, que permite atender a la salvación de las almas con
el discernimiento oportuno: « Es motivo de alegría recordar que
los ministros católicos pueden, en determinados casos
particulares, administrar los sacramentos de la Eucaristía, de
la Penitencia, de la Unción de enfermos a otros cristianos que
no están en comunión plena con la Iglesia católica, pero que
desean vivamente recibirlos, los piden libremente, y manifiestan
la fe que la Iglesia católica confiesa en estos Sacramentos.
Recíprocamente, en determinados casos y por circunstancias
particulares, también los católicos pueden solicitar los mismos
Sacramentos a los ministros de aquellas Iglesias en que sean
válidos ».(97)
Es necesario fijarse bien en estas
condiciones, que son inderogables, aún tratándose de casos
particulares y determinados, puesto que el rechazo de una o más
verdades de fe sobre estos sacramentos y, entre ellas, lo
referente a la necesidad del sacerdocio ministerial para que
sean válidos, hace que el solicitante no esté debidamente
dispuesto para que le sean legítimamente administrados. Y
también a la inversa, un fiel católico no puede comulgar en una
comunidad que carece del válido sacramento del Orden.(98)
La fiel observancia del conjunto de las normas establecidas en
esta materia(99)
es manifestación y, al mismo tiempo, garantía de amor, sea a
Jesucristo en el Santísimo Sacramento, sea a los hermanos de
otra confesión cristiana, a los que se les debe el testimonio de
la verdad, como también a la causa misma de la promoción de la
unidad.