REFLEXIONES  

 

REFLEXIÓN - 1

NO NOS DEBE NADA

Nadie pudo exigir para sí, en exclusiva, la salvación de Dios. Pero nueve de aquellos diez leprosos sí creían que Dios les debía aquel favor. Por eso son incapaces de volver agradecidos.

Uno sólo, el extranjero, -el samaritano, el rechazado de los judíos, el de inferior categoría, el indeseable-, es capaz de descubrir que el Señor ha obrado en él, le ha salvado. Y obrar en consecuencia: retornar agradecido hasta Jesús.

Una vuelta que no podemos verla como simple desplazamiento geográfico. Una vuelta mucho más profunda, mucho más radical, mucho más personal.

Volver a Jesús y darle las gracias no es simple gesto de buena educación. Volver agradecido a Jesús es reconocer que la propia vida, en su totalidad, ha dado un giro porque en ella se ha producido un encuentro con Jesús y ese encuentro siempre transforma radicalmente a la persona (o no ha sido tal encuentro). Volver agradecido a Jesús es, por otra parte, y como postura positiva, optar por Él y por su causa. Quien ha reconocido a Jesús como el Señor, como el Salvador, ya no puede construir su vida sin contar con Él. Más aún: no puede construir su vida sin darle a Él el papel principal, el papel protagonista. No puede construir su vida sin contar con Él como la clave de interpretación de toda la existencia.

Pero está claro que, para ser capaces de volver agradecidos a Jesús, hace falta reconocer, en primer lugar, que Él no nos debe nada, que su acción para con nosotros es totalmente gratuita. Y sólo quien es capaz de descubrir este amor generoso y gratuito de Dios, puede volver a Él agradecido, puede convertirse en discípulo suyo, puede posponerlo todo, absolutamente todo, -familia, amigos, bienes, incluso a sí mismo-, para seguirle. De éstos es realmente de quienes Jesús dice "tu fe te ha salvado" (...) Vivir la experiencia del leproso -o del pecador, o del angustiado, o del falto de esperanza, o del pobre...: vivir la experiencia de nuestro ser incompleto, deficiente y necesitado de plenitud- es entrar por el camino de la salvación. Reconocernos tal cual somos, en nuestra real -y pobre- realidad, saber que necesitamos de un salvador y descubrirlo en Jesús es vivir la experiencia más profunda de que el hombre es capaz. Y es, por lo mismo, las experiencia más auténticamente humana que pueda tener el hombre.

DABAR

(mercabá)

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

AGRADECER

La gratitud es un sentimiento profundamente arraigado en el ser humano. Desde muy pequeños nos enseñan a dar gracias pues el agradecimiento es la actitud más noble ante lo que vamos recibiendo en la vida. Pocas cosas hay más humillantes que llamar a alguien con verdad «desagradecido».

Y, sin embargo, son muchos los creyentes que no saben vivir de manera agradecida. Sólo se acuerdan de Dios para expresarle sus quejas o pedir su auxilio en momentos de necesidad.

Nunca nace de ellos el agradecimiento o la alabanza por lo bueno que hay en sus vidas. Para agradecer, lo primero es saber captar lo positivo de la vida. No dejar de asombrarnos ante tanto bien: el sol de cada mañana, el misterio de nuestro cuerpo, el despertar de cada día, el amor y la amistad de las personas, la alegría del encuentro, el placer, el descanso reparador, la música, el deporte, la naturaleza, la fe, el hogar. No se trata exactamente de vivir con espíritu observador, sino de estar atento y saber acoger todo lo jugoso, lo hermoso, lo positivo de la vida, bien nuestra o la de los demás.

V/DON/AGTO: Es necesario, también, percibir todo eso como don proveniente de Dios, fuente y origen último de todo bien. La vida se convierte entonces, casi espontáneamente, en alabanza. Y uno comprende que lo primero en la vida es agradecer. A pesar de todos los sinsabores, fracasos y pecados, la vida es don que hemos de acoger cada día en actitud de agradecimiento y alabanza.

ALEGRIA/SEGUIMIENTO: El agradecimiento pide, además, reaccionar con gozo y expresar la alegría de vivir recibiéndolo todo de Dios. La alegría está hoy bastante desacreditada. Muchos la ven como la virtud ingenua de quienes todavía no han escarmentado ante la dureza de la vida. Y, sin embargo, puede ser la reacción de quien vive desde la misma raíz de la existencia. Recordemos las palabras de S. ·Kierkegaard: «Todo el que de verdad quiere tener relación con Dios y frecuentarlo, no tiene más que una sola tarea: la de estar siempre alegre.»

La alabanza a Dios es manifestación de vida sana y acertada. Quien no es capaz de alabar y agradecer la vida, tiene todavía en su interior algo enfermo. Los diez leprosos quedan curados de la terrible enfermedad, pero sólo uno vuelve «glorificando a Dios», y sólo él escucha las palabras de Jesús: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.» Todos han sido curados físicamente, pero sólo él queda sanado de raíz.

ALABANZA :Tal vez, uno de los mayores pecados de la Iglesia y de los creyentes es la falta de alabanza y de acción de gracias. Recordemos unas palabras recientes de ·Häring-B: «La Iglesia será cada vez más una Iglesia curativa, cuando sea una Iglesia más glorificadora y eucarística... Es el camino de la salvación: siempre y en toda ocasión es digno y justo dar gracias a Dios y alabarle».

JOSE ANTONIO PAGOLA

(mercabá)