LA
IGLESIA VIVE DE LA
EUCARISTÍA
CARTA ENCÍCLICA
ECCLESIA DE EUCHARISTIA
DEL SUMO PONTÍFICE
SAN JUAN PABLO II
A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A TODOS LOS FIELES LAICOS
SOBRE LA EUCARISTÍA
EN SU RELACIÓN CON LA IGLESIA
CAPÍTULO V
DECORO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
50. En este esfuerzo de adoración del
Misterio, desde el punto de vista ritual y estético, los
cristianos de Occidente y de Oriente, en cierto sentido, se han
hecho mutuamente la « competencia ». ¿Cómo no dar gracias al
Señor, en particular, por la contribución que al arte cristiano
han dado las grandes obras arquitectónicas y pictóricas de la
tradición greco-bizantina y de todo el ámbito geográfico y
cultural eslavo? En Oriente, el arte sagrado ha conservado un
sentido especialmente intenso del misterio, impulsando a los
artistas a concebir su afán de producir belleza, no sólo como
manifestación de su propio genio, sino también como auténtico
servicio a la fe. Yendo mucho más allá de la mera habilidad
técnica, han sabido abrirse con docilidad al soplo del Espíritu
de Dios.
El esplendor de la arquitectura y de los
mosaicos en el Oriente y Occidente cristianos son un patrimonio
universal de los creyentes, y llevan en sí mismos una esperanza
y una prenda, diría, de la deseada plenitud de comunión en la fe
y en la celebración. Eso supone y exige, como en la célebre
pintura de la Trinidad de Rublëv, una Iglesia profundamente «
eucarística » en la cual, la acción de compartir el misterio
de Cristo en el pan partido está como inmersa en la inefable
unidad de las tres Personas divinas, haciendo de la Iglesia
misma un « icono » de la Trinidad.
En esta perspectiva de un arte orientado a
expresar en todos sus elementos el sentido de la Eucaristía
según la enseñanza de la Iglesia, es preciso prestar suma
atención a las normas que regulan la construcción y
decoración de los edificios sagrados. La Iglesia ha dejado
siempre a los artistas un amplio margen creativo, como demuestra
la historia y yo mismo he subrayado en la Carta
a los artistas.(100)
Pero el arte sagrado ha de distinguirse por su capacidad de
expresar adecuadamente el Misterio, tomado en la plenitud de la
fe de la Iglesia y según las indicaciones pastorales
oportunamente expresadas por la autoridad competente. Ésta es
una consideración que vale tanto para las artes figurativas como
para la música sacra.