PRESENTACIÓN
En
sus cartas, San Pablo, siempre dice a la comunidad a la
que escribe que reza por ellos. Y la comunidad de
Tesalónica está necesitando la oración del apóstol.
Tesalónica
tuvo una de las primeras comunidades cristianas fundadas
por Pablo y la primera en Grecia; fue en su segundo
viaje misionero.
Generalmente,
Pablo y sus compañeros comenzaban su anuncio de
Jesús-Mesías en las sinagogas. Tras la lectura de la
Escritura, tomaban la palabra para anunciar que Jesús
era el Mesías esperado, que, crucificado, había
muerto, pero que resucitó y fue glorificado; que en él
esta el perdón de los pecados y que, para entrar a
formar parte de los suyos, había que convertirse y
bautizarse. Algunos creían y pedían el bautismo,
otros, no.
Conforme
el grupo iba creciendo, algunos pensaron que las nuevas
ideas podían provocar una revolución y que, por lo
tanto, había que perseguir y encarcelar a los que
predicaban esas "ideas peligrosas".
Es
lo que pasó en Tesalónica. Tras una breve estancia
debe huir para no caer prisionero. Allí queda una
comunidad que aún necesitaba de la presencia del
apóstol para desarrollarse con fuerza.
Cuando
Pablo les escribe la segunda carta, pocos meses después
de la primera, la comunidad está pasando por una
situación delicada. Algunos, apoyándose en supuestas
palabras y escritos de Pablo, están anunciando, como
inminente, el fin del mundo, la vuelta del Señor. Esto
está desorientando a la comunidad. Algunos, bajo el
pretexto de prepararse y de que ya todo carece de
sentido ante el próximo final, han dejado de trabajar,
viven a costa de los demás y, teniendo tanto tiempo,
andan metiéndose en todo (3, 11s)
Pablo
tranquiliza a la comunidad: "El Señor vendrá
aquel día para ser glorificado" (1, 10), pero no
sabemos cuándo: "No perdáis la cabeza... por
supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras como si
afirmásemos que el día del Señor está encima. No os
dejéis engañar de ninguna manera" (2, 25)
Y
de estar de brazos cruzados, nada. El Señor nos llama a
colaborar en su proyecto. Dios llama y debemos responder
con nuestra vida concreta. No hay tiempo que perder.
TESALONICENSES
1,
11 - 2, 2
Que
Cristo sea glorificado en vosotros, y
vosotros en él
HERMANOS:
Oramos continuamente por vosotros, para que
nuestro Dios os haga dignos de la vocación y
con su poder lleve a término todo propósito
de hacer el bien y la tarea de la fe.
De
este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús
será glorificado en vosotros y vosotros en
él, según la gracia de nuestro Dios y del
Señor Jesucristo.
A propósito de la venida de nuestro Señor
Jesucristo y de nuestra reunión con él, os
rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente
la cabeza ni os alarméis por alguna
revelación, rumor o supuesta carta nuestra,
como si el día del Señor estuviera encima.
Palabra
de Dios
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