PRESENTACIÓN
Tras los episodios de la
sinagoga de Nazareth, que proclamábamos las semanas
precedentes, Jesús marcha a enseñar a otros lugares, tanto
de Galilea como de Judea. Acompañaba su palabra con el signo
de las curaciones.
De vuelta a Cafarnaum, a
orillas del lago, la gente se agolpaba a su alrededor
para escucharle.
En la orilla, dos barcas y
cerca de ellas unos pescadores lavando y arreglando las
redes.
Hay aglomeración de gentes
en torno a Jesús y él se dirige a los pescadores para que le
presten la barca y, desde ella, seguir enseñando.
Tiene planes para estos
pescadores.
Para reunir a todos los
hombres en la red del Evangelio, Jesús elige y llama a unos
colaboradores.
El primer paso para ser
colaborador de Jesús en la pesca evangélica es fiarse de él.
Pedro, que no ve claro el volver a lanzar las redes, ya que
los peces se han alejado, las echa por la palabra del
Maestro.
El resultado es tan
extraordinario que queda abrumado; ¿quién es Pedro para que
Jesús se haya fijado en él?; como decía la primera lectura
de Isaías, "hombre de labios impuros", "un pecador", como se
define así mismo.
¿Quienes son ellos, Pedro,
Santiago y Juan, para ser asociados a la misión de Jesús?.
No importa; ellos acogen la invitación de ser "pescadores de
hombres".
"Llevaron a tierra las
barcas y, dejándolo todo, le siguieron"
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
5, 1-11
Dejándolo todo, lo
siguieron
En aquel tiempo, la gente se
agolpaba alrededor de Jesús
para oír la palabra de Dios,
estando él a orillas del
lago de Genesaret. Vio dos
barcas que estaban junto a
la orilla; los pescadores
habían desembarcado y
estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas,
la de Simón, y le pidió que
la apartara un poco de
tierra. Desde la barca,
sentado, enseñaba a la
gente.
Cuando acabó de hablar, dijo
a Simón: "Rema mar adentro,
y echad las redes para
pescar."
Simón contestó: "Maestro,
nos hemos pasado la noche
bregando y no hemos cogido
nada; pero, por tu palabra,
echaré las redes."
Y, puestos a la obra,
hicieron una redada de peces
tan grande que reventaba la
red. Hicieron señas a los
socios de la otra barca,
para que vinieran a echarles
una mano. Se acercaron ellos
y llenaron las dos barcas,
que casi se hundían. Al ver
esto, Simón Pedro se arrojó
a los pies de Jesús
diciendo: "Apártate de mí,
Señor, que soy un pecador."
Y
es que el asombro se había
apoderado de él y de los que
estaban con él, al ver la
redada de peces que habían
cogido; y lo mismo les
pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran
compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: "No
temas; desde ahora serás
pescador de hombres."
Ellos sacaron las barcas a
tierra y, dejándolo todo, lo
siguieron.
Palabra del Señor.
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