PALABRA DE DIOS 

 

 

 

PRIMERA LECTURA
1 Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

PRESENTACIÓN

Cuando los ancianos y jefes de Israel piden a Samuel que les nombre un rey, como lo tienen los pueblos vecinos, el Señor le indica que unja a Saúl.

Será más o menos fiel, será mejor o peor rey, pero es el "ungido del Señor".

Y aunque David ha sido también ungido por Samuel, se entiende que, mientras viva Saúl, éste es el rey de Israel.

Y David lo demostrará en todo momento. Los celos de Saúl para con David son grandes y, mal aconsejado, le persigue por todas partes, tanto, que deberá huir a las montañas y refugiarse en algún momento en territorio filisteo.

Dos ocasiones nos trae el libro de Samuel, aunque parecen ser dos versiones de un mismo hecho, en las que David pudo acabar con Saúl: en una se o demostrará cortándole un trozo de la orla de su manto y en la otra se llevará su lanza y un jarro.

Ante la insinuación de Abisaí: "Dios te pone al enemigo en la mano", David responderá: "No le mates. No se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor". David perdona la vida de Saúl; un gesto que va más allá de la bondad de su corazón. Hay una componente religiosa y teológica. El rey de Israel es una figura sagrada: consagrado por Dios, su función es la de mediador de aquel que es el único rey de Israel: Yhavhé.

El fragmento que se proclama hoy nos quiere destacar, a la luz del texto del Evangelio, el contraste entre la compasión y el perdón de David y la voluntad de Saúl de matarle.

PRIMER LIBRO DE SAMUEL 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

 

El Señor te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra ti

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David.

David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David: "Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe."

Pero David replicó: "¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor."

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.

David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: "Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor."

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 102

PRESENTACIÓN

 El salmo 102 es un salmo de alabanza y gratitud al Señor, que es compasivo y misericordioso.

Es un canto de agradecimiento por los beneficios recibidos

"Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.

Alabado sea el Señor, que manifiesta su amor de mil maneras, especialmente concediendo su perdón.

"Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.

Después de hacer mención de Moisés y de Israel,

"Manifestó sus caminos a Moisés
a los hijos de Israel sus hazañas"

trae una serie de versículos en los que describe cómo ha sido el comportamiento de Dios con su pueblo

"El Señor es compasivo y misericordioso..."

"No se querella eternamente..."

"No nos trata como merecen nuestros pecados..."

"Como dista el oriente del ocaso
así aleja de nosotros nuestras culpas..."

"Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles..."

Por eso, todos deben bendecir y alabar al Señor

"Bendecid al Señor todas sus huestes,
servidores suyos, ejecutores de su voluntad.

"Bendecid al Señor todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.

"¡Bendice, alma mía al Señor!"

 

(SALMO 102)

R/ EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos;
como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.

 

SEGUNDA LECTURA
1Corintios 15, 45-49

PRESENTACIÓN

San Pablo sigue reflexionando sobre el misterio de la resurrección, a partir de la resurrección de Cristo.

Y si hay resurrección es porque antes ha habido muerte. Y si Dios es vida, Él no es el autor de la muerte. Fue el hombre el que, malusando su libertad, rompió con Dios con su desobediencia y queriendo suplantarle: "ser como Él".

Y quien rompe con la fuente de la vida sólo tiene un destino: la muerte. "Un hombre trajo la muerte" v21. Y por estar incluidos en Adán, todos morimos. Pero la misericordia de Dios hizo que también de un hombre, Cristo, el Hijo, viniera la resurrección, la vida eterna.

Una vida que no tiene nada que ver con la actual. "¿Cómo resurgen los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vienen?" v35. Un ejemplo sencillo: lo que se siembra debe morir para recobrar vida, es decir, se siembra un cuerpo en descomposición y resucita incorruptible.

El primer Adán era terreno, hecho de tierra; nació a la existencia cuando Dios sopló sobre él el aliento de vida. Cristo, último Adán, será el que dé la vida. Aquí, en este mundo, somos como el hombre terrenal y, por tanto, llamados a la corrupción del sepulcro. Pero Cristo, con su resurrección, nos abrió el camino.

Y si ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

1ª CARTA DE SAN PABLO A LOS CORINTIOS   15, 45-49

Somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial

Hermanos:

El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida.

No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.

Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales.

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios

 

ACLAMACIÓN

Un mandamiento nuevo os doy, -dice el Señor-, que os améis unos a los otros como yo os he amado.

 

EVANGELIO
Lucas 6, 27-38

PRESENTACIÓN

En el evangelio de hoy, San Lucas nos trae algunos dichos de Jesús que San Mateo colocó, de manera más extensa en los capítulos 5-7, de su evangelio.

Tras proclamar dichosos a los pobres, a los que pasan hambre, a los que lloran, a los perseguidos por su causa, Jesús baja a terrenos concretos: "Amad a vuestros enemigos", a los que os odian; hablad bien de quienes hablan mal de vosotros, que tu violencia sea no activa.

Si no hay un cambio del corazón, si no volvemos al revés lo que ordinariamente hacemos, ni cambiamos nosotros según Dios quiere, ni cambiarán los demás, ni tampoco el mundo, que seguirá siendo un cúmulo de violencias, odios y ambiciones.

No se nos dice: tratad a los demás como ellos os traten, sino "como queréis que ellos os traten", aunque no lo hagan.

Y el porqué de este manera de actuar que nos presenta Jesús, por medio de San Lucas, es sencillamente para poder ser "hijos del Altísimo", que es amor y misericordia también con los "desagradecidos"; porque el Padre es así.

Juzgando, condenando, no perdonando..., nos iremos de vacío, el Reino no vendrá a nosotros.

Si obramos en positivo, la medida que se nos dará será colmada, apretada y rebosante.

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS   6, 27-38

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.

Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué merito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

La medida que uséis, la usarán con vosotros."

Palabra del Señor.