Y, SOBRE TODO,
¡EL OTRO!
1.- A punto de iniciar
la Santa Cuaresma, en este domingo 7º del Tiempo
Ordinario, San Lucas, nos sorprende con una serie de
actitudes que, los seguidores de Jesús, hemos de
cultivar y no obviar. Esos modos los podemos resumir con
una frase: por encima de todo, ¡el bien del otro!
Es el mundo al revés.
Es lo contrario a lo que estamos habituados a escuchar
en muchos de los círculos donde nos encontramos. En
definitiva, “sobre todo el otro” es la locura y el
centro de la predicación de Jesús.
¿Lo es también en
nosotros? Pensar en “el enemigo” no es buscar esa
categoría en las luchas fraticidas o en las películas
entre buenos y de malos. El enemigo, sin darnos cuenta,
se localiza muy cerca de nosotros:
-Las personas a las
que, por pensar de diferente forma a la nuestra, las
alejamos de la órbita de nuestras amistades
-Las personas que, por
pequeñas o grandes decepciones, las hemos dejado
marginadas
-Las personas que, por
mil excusas o por ninguna, las hemos olvidado o,
incluso, humillado.
Todo cristiano tiene
dos caminos: uno el que conduce hasta que Jesús y, otro,
el que conduce exclusivamente a uno mismo.
-El cristiano que elige
el camino hacia Jesús, cae en la cuenta de que –ese
caminotiene una derivación obligatoria: los hermanos
que nos rodean.
-El cristiano que, por
sistema o con mil excusas, opta por el camino de “uno
mismo” corre el riesgo de poner en el centro sus propios
intereses.
Corremos el peligro de
buscarnos a nosotros mismos. De gritar a los cuatro
vientos aquello de ¡sálvese quién pueda!
2.- Ante la próxima
cuaresma, el evangelio de este día, es casi un anuncio
de lo que conllevar el vivir codo a codo o el trabajar
mano a mano con el Señor: el bien del otro. Por encima
de todo y sobre todo, el bien del otro. ¡Tiempo vamos a
tener en la Santa Cuaresma para ajustar y hacer más
auténtica nuestra vida de fe!
¡Tiempo vamos a tener
en la Santa Cuaresma para intentar, por encima de todo,
acompañar a un Jesús que nos invita a la conversión, a
la sinceridad y…a tratarnos los unos a los otros con un
poco más de cordialidad y de amor!
¡Tiempo vamos a tener,
en la Santa Cuaresma, para saber que los juicios los
hemos de dejar en las manos de Dios y, en cambio, la
comprensión ha de surgir espontáneamente de nuestro
corazón!
¡Tiempo vamos a tener,
en la Santa Cuaresma, para mirarnos en el gran espejo de
Jesús y comprobar si la imagen que refleja, se proyecta
en nuestra vida a través del desear el bien a los demás;
la paciencia; el buen trato; el amor sin distinción o el
perdón por aquellas pequeñas cosas que nos hacen o que
forjamos en las luchas de cada día!
3.- Nuestra vida
cristiana no puede ser un carnaval. Es decir; un traje
bajo el cual nos ocultamos para aparentar lo que no
somos o un disfraz que utilizamos de vez en cuando para
ser irreconocibles. Entre otras cosas, nuestra vida
cristiana, no puede ser un carnaval porque, Dios,
siempre sabe quién se esconde detrás. La gran fiesta que
podemos preparar, a partir del próximo miércoles de
ceniza, es la gran Pascua del Señor. Pasará el carnaval,
enmudecerá la música, caerá el disfraz al rincón más
olvidado y aparecerá aquello a lo que ninguno de
nosotros podemos renunciar: nuestro auténtico rostro.
Ojala que, ese
semblante, lo sepamos alegrar y divinizar con tantas
cosas buenas que San Lucas nos ha sugerido en el
evangelio de este día. Porque, el perfil de las personas
(incluidos los nuestros) no necesitan caretas o máscaras
para transmitir una alegría que tal vez no existe.
Las fisonomías de las
personas que creen en Jesús irradian auténtica alegría y
desbordan de entusiasmo cuando…saben que el ¡todo por el
otro! es lo máximo a lo que un hombre o mujer de fe
puede aspirar. ¡Abajo las máscaras y arriba el rostro de
nuestra fe!
Javier Leoz
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