REFLEXIONES  

 

 

 

 REFLEXIÓN 1

" PÁGINAS APEGADAS "

A veces, cuando cogemos un libro y nos ponemos a leer, hay hojas que parece que están pegadas y, cuando llegamos a esas páginas, se saltan sin leer. También suele pasar en algunos libros que la guillotina no han cortado bien las hojas y algunas se han quedado unidas, no pudiendo leer el texto que hay en medio de ellas.

El fragmento del evangelio de hoy parece encontrarse en una de esas hojas pegadas o en la parte central de esas que la guillotina no ha separado.

Parece que no nos hemos enterado de las palabras de Jesús. Y eso que son de las más importantes.

Y cuando las escuchamos, parece que se nos descuadra todo y buscamos interpretaciones y excusas.

"Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian"

Bueno..., esto quiere decir... No, no busquemos interpretaciones. Dice lo que dice y no nos gusta porque somos incapaces de hacerlo. Lo único que podemos hacer es reconocer nuestra debilidad, una fe que le cuesta hacerse obras y que tenemos mucho camino por delante en el seguimiento de Jesucristo.

"Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames."

Bueno... Eso es una manera de escribir, un género literario en el que, en realidad, no se quiere decir lo que se dice... No nos salgamos por la tangente. Dice lo que dice y no somos capaces de vivir así.

El Evangelio va más allá de lo que todo el mundo hace. Nuestros modelos no son los demás; nuestro modelo es el Altísimo, "que es bueno con los malvados y desagradecidos".

"No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados"; "la medida que uséis, la usarán con vosotros". ¿Daremos la talla?.

La palabra de Dios proclamada hoy es de las que duelen y escuecen, y es que nos sentimos denunciados.

Porque... al enemigo, ni agua; al que me quiere mal, que le caigan todas las desgracias; de poner la otra mejilla, nada y de dar manto y túnica, tampoco.

¿Y qué decir de tratar bien al que me trata mal? No es lógico; lo lógico es hacer lo que todo el mundo hace.

Pero es que no estamos en el terreno de la lógica, sino en el de la fe en Jesucristo y su seguimiento. "Padre, perdónales, pues no saben lo que hacen", dijo cuando ya colgaba de la cruz.

Al atardecer de la vida, me examinarán del amor.

No tengamos miedo a estas páginas del Evangelio; que no se queden pegadas.

El Padre es compasivo.

Que la Eucaristía nos de fuerzas para ir más allá de lo que todo el mundo hace, para caminar en la línea que nos marca Jesús en el Evangelio.

 

" REFLEXIÓN  2

EXAMEN DE CONCIENCIA "

Hoy, más que una homilía, más que un comentario de las lecturas, lo que convendría hacer es casi un examen de conciencia. Pero un examen de conciencia no sobre si tenemos que hacer esto o lo otro, o si hemos dejado de hacer aquello de más allá, sino sobre cuáles son nuestros sentimientos ante los demás.

Seguramente que el evangelio de hoy nos ha dejado un poco perplejos. Son palabras que las hemos escuchado muchas veces, pero que siempre que las volvemos a escuchar nos da un vuelco el corazón. "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian". No son palabras exageradas, son una llamada muy seria. Jesús asegura que haciendo esto es como seremos "hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos".

-Nuestros sentimientos ante los que nos han hecho daño

Realmente, ¿son estos nuestros sentimientos? ¿actuamos realmente como hijos del Altísimo? En la primera lectura hemos escuchado como David, huyendo de la persecución del rey Saúl, se encuentra con la oportunidad de matarlo. Y no lo hace. Es un gran ejemplo de estos sentimientos que Jesús quiere que tengamos.

Ninguno de nosotros, ahora, tiene enemigos como Saúl lo era de David: a nosotros nadie nos persigue para matarnos. Pero sí que todos tenemos gente que nos ha hecho daño, o que no nos ha tratado convenientemente, o que ha sido desagradecida con nosotros, o que simplemente no nos cae bien. Pensemos ahora en esta gente concreta, con sus nombres y apellidos. Pensemos y preguntémonos qué sentimientos tenemos hacia ellos. Preguntémonos sobre todo una cosa: si deseamos que puedan ser felices tal como Dios quiere que todo el mundo lo sea, o por el contrario deseamos que les pase alguna desgracia.

¿Qué se esconde dentro de nuestro corazón? Porque, ciertamente, si alguien nos está perjudicando seriamente tenemos el derecho a defendernos y a intentar evitar el daño que nos causa. Pero incluso en este caso, lo que un cristiano, un hijo del Altísimo, no puede hacer de ninguna manera es desear que aquella persona sea infeliz y desgraciada. Más bien, lo que tenemos que desearle es todo el bien posible, y tenemos que rezar por él, y si creemos que en su corazón existe la maldad, nuestro deseo ha de ser que encuentre la luz y el amor de Dios. Nunca podemos sentirnos felices por la desgracia de alguien, por mucho daño que nos haya hecho. Nunca podemos decir: "Lo tiene bien merecido". Quien dice esto, quien piensa esto, es un mal hijo de Dios.

-Nuestros sentimientos ante los que comenten crímenes

Y lo mismo podemos decir ante los males y las desgracias que conocemos a través de la televisión o de los periódicos; los asesinatos, la violencia terrorista, la crueldad de las guerras... Sí, hay que hacer todo lo posible para evitar esto, y hay que poner todos los esfuerzos en conseguir que los responsables de estos males tan dolorosos dejen de cometerlos. Pero lo que no podemos hacer es desear venganzas y acabar siendo más crueles que ellos. También estas personas han de poder ser felices; también estas personas han de poder descubrir el amor .

Y por tanto, nuestros sentimientos hacia ellas han de ser, si acaso, sentimientos de compasión, de deseo profundo de que puedan cambiar y vivir en buena convivencia con todo el mundo. Nunca sentimientos de venganza por grande que sea el mal que hayan cometido.

-Jesús, camino y fuerza

Sí, es verdad, todo esto no es fácil. Nuestros instintos más profundos a menudo nos traicionan y nos hacen pensar y sentir cosas poco cristianas. Pero ante nosotros, como camino, como modelo, como fuerza, está Jesús. Él ha vivido así. El ha tenido este corazón limpio, lleno de amor para todos. El, en la cruz, no sólo ha perdonado a los que lo mataban sino que ha pedido a Dios que los perdonara e incluso ha llegado a disculparlos: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

Nosotros, si nos unimos fuertemente a Jesús, si nos dejamos llenar de su Espíritu, si le rezamos de corazón, si nos dejamos penetrar por su Evangelio, si buscamos la fuerza que nos da la Eucaristía, iremos viviendo también cada vez más sus mismos sentimientos. Nuestro corazón latirá como el suyo.

EQUIPO-MD

(MERCABÁ)

 

 

 

" REFLEXIÓN  3

Y, SOBRE TODO, ¡EL OTRO!

1.- A punto de iniciar la Santa Cuaresma, en este domingo 7º del Tiempo Ordinario, San Lucas, nos sorprende con una serie de actitudes que, los seguidores de Jesús, hemos de cultivar y no obviar. Esos modos los podemos resumir con una frase: por encima de todo, ¡el bien del otro!

Es el mundo al revés. Es lo contrario a lo que estamos habituados a escuchar en muchos de los círculos donde nos encontramos. En definitiva, “sobre todo el otro” es la locura y el centro de la predicación de Jesús.

¿Lo es también en nosotros? Pensar en “el enemigo” no es buscar esa categoría en las luchas fraticidas o en las películas entre buenos y de malos. El enemigo, sin darnos cuenta, se localiza muy cerca de nosotros:

-Las personas a las que, por pensar de diferente forma a la nuestra, las alejamos de la órbita de nuestras amistades

-Las personas que, por pequeñas o grandes decepciones, las hemos dejado marginadas

-Las personas que, por mil excusas o por ninguna, las hemos olvidado o, incluso, humillado.

Todo cristiano tiene dos caminos: uno el que conduce hasta que Jesús y, otro, el que conduce exclusivamente a uno mismo.

-El cristiano que elige el camino hacia Jesús, cae en la cuenta de que –ese caminotiene una derivación obligatoria: los hermanos que nos rodean.

-El cristiano que, por sistema o con mil excusas, opta por el camino de “uno mismo” corre el riesgo de poner en el centro sus propios intereses.

Corremos el peligro de buscarnos a nosotros mismos. De gritar a los cuatro vientos aquello de ¡sálvese quién pueda!

2.- Ante la próxima cuaresma, el evangelio de este día, es casi un anuncio de lo que conllevar el vivir codo a codo o el trabajar mano a mano con el Señor: el bien del otro. Por encima de todo y sobre todo, el bien del otro. ¡Tiempo vamos a tener en la Santa Cuaresma para ajustar y hacer más auténtica nuestra vida de fe!

¡Tiempo vamos a tener en la Santa Cuaresma para intentar, por encima de todo, acompañar a un Jesús que nos invita a la conversión, a la sinceridad y…a tratarnos los unos a los otros con un poco más de cordialidad y de amor!

¡Tiempo vamos a tener, en la Santa Cuaresma, para saber que los juicios los hemos de dejar en las manos de Dios y, en cambio, la comprensión ha de surgir espontáneamente de nuestro corazón!

¡Tiempo vamos a tener, en la Santa Cuaresma, para mirarnos en el gran espejo de Jesús y comprobar si la imagen que refleja, se proyecta en nuestra vida a través del desear el bien a los demás; la paciencia; el buen trato; el amor sin distinción o el perdón por aquellas pequeñas cosas que nos hacen o que forjamos en las luchas de cada día!

3.- Nuestra vida cristiana no puede ser un carnaval. Es decir; un traje bajo el cual nos ocultamos para aparentar lo que no somos o un disfraz que utilizamos de vez en cuando para ser irreconocibles. Entre otras cosas, nuestra vida cristiana, no puede ser un carnaval porque, Dios, siempre sabe quién se esconde detrás. La gran fiesta que podemos preparar, a partir del próximo miércoles de ceniza, es la gran Pascua del Señor. Pasará el carnaval, enmudecerá la música, caerá el disfraz al rincón más olvidado y aparecerá aquello a lo que ninguno de nosotros podemos renunciar: nuestro auténtico rostro.

Ojala que, ese semblante, lo sepamos alegrar y divinizar con tantas cosas buenas que San Lucas nos ha sugerido en el evangelio de este día. Porque, el perfil de las personas (incluidos los nuestros) no necesitan caretas o máscaras para transmitir una alegría que tal vez no existe.

Las fisonomías de las personas que creen en Jesús irradian auténtica alegría y desbordan de entusiasmo cuando…saben que el ¡todo por el otro! es lo máximo a lo que un hombre o mujer de fe puede aspirar. ¡Abajo las máscaras y arriba el rostro de nuestra fe!

Javier Leoz

 

 

" REFLEXIÓN  4

- ¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!

La de la sordera,
para que pueda escuchar con nitidez tu voz

La del odio,
para que pueda amar sin distinción

La de la maldición,
para que pueda desear siempre el bien

La de la debilidad,
para que presente mi mejilla donde sea necesario

La del egoísmo,
para que nunca mire lo qué doy ni a quién doy

La de la conformidad,
para que no exija lo que no me pertenece

¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!

La de los malos modales,
y sea así delicado con mis hermanos

La de la maldad,
para que disfrute sembrando semillas del bien

La del usurero,
para que no busque más beneficio que el ser feliz dando

La de la dureza,
para que brote en mí la comprensión

La de la severidad,
para que sepa entender y comprender los defectos de los demás

La de la discordia,
para que vea amigos y no adversarios

¡QUITA, MI MÁSCARA, SEÑOR!

Javier Leoz